'LA MALDICIÓN DE ROOKFORD'. Derecho a vivienda con fantasma

CRÍTICA DE CINE

'La maldición de Rookford'
Nick Murphy (Gran Bretaña, 2011)

Tras la estela de espectadores y recaudación dejada por ‘El orfanato’ y un poco más atrás ‘Los otros’ se deja caer la producción británica ‘La maldición de Rookford’. Esta nueva incursión en el cada vez más desgastado género de casas encantadas no aporta nada nuevo. Todo es frío, aséptico, demasiado calculado, incluso ese supuestamente volcánico epílogo que rompe con todo lo visto y desequilibra la sobriedad de la que hacía gala hasta entonces la ópera prima de Nick Murphy. Antes se citan en la mansión de turno, en este caso un internado privado situado en las afueras de Londres, todos los clichés posibles del género. Incluso una premisa interesante de inicio como era el colocar la historia poco después de la devastadora Primera Guerra Mundial, adelgaza ante la sobredosis de tópicos que acumula la cinta. La rigidez de la puesta en escena afecta al resto de parcelas, incluidas las interpretaciones. Tanto Rebecca Hall como Dominic West -cuesta verle aceptar semejante papel- se encuentran encerrados en las estrecheces impuestas por el guión y los secundarios apenas tienen fibra.

‘La maldición de Rookford’ encalla desde el primer giro, donde la historia pierde violentamente la credibilidad. El resto se fía a la ecuación eterna del género. Poco puede inquietar ya la fórmula compuesta exclusivamente por protagonista con traumas del pasado, niños fantasmas, ama de llaves inquietante y mansión saturada de ruidos y voces extrañas. A estas alturas, es probable que uno se sienta más seguro allí dentro que en el exterior.

RAFAEL GONZÁLEZ

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