'RED STATE'. Tiroteos de manipulación

CRÍTICA DE CINE

'Red State' (Kevin Smith. Estados Unidos, 2012)

La saturación temática que venía ofreciendo Kevin Smith en sus últimas películas –como en casi toda su filmografía- estaba llegando a un punto de no retorno que empezaba a resultar preocupante para el propio director, que veía como su última película -'Vaya par de polis'- ni siquiera se estrenaba. Con 'Red State' procura dar un salto –no del todo temático- pero se enfrenta a una historia en la que la homofobia, la homosexualidad y el fanatismo campean a sus anchas. Es una extraña curiosidad que siempre que se muestran sociedades asfixiantes se recurra a esos lugares de la América profunda, cuando esa realidad se podría mostrar en otras ciudades menos perdidas. Smith se centra en plasmar ese radicalismo extremo envuelto en una secta de descerebrados que tienen al chantaje como base de esa desectructuralización del ser humano.

El uso de la cámara es sugestivo a lo largo de gran parte del film. Es capaz de expresar diversos sentimientos de angustia pero comete el error de reiterar ciertos movimientos que enuncian que algo grave va ocurrir y terminan perdiendo su efecto. Cada acción está rodada con violencia y lo que parecía un curioso viaje de despertar sexual de tres adolescentes, termina convirtiéndose en una guerra sin piedad. Nadie sale bien parado y los giros que produce el guión son desiguales –intenta enfrentar tópicos- pero efectivos. Smith va depositando las migas de pan para que el espectador no se extravíe del sendero que marca.

La manipulación es el arma arrojadiza que más daño hace y que más cala en la mirada de unos niños que contemplan como ese mundo estricto no es infalible y se desploma del modo más cruento. John Goodman es un actor impecable que consigue que su papel sea lo más acertado de la película. Ninguno de sus gestos es gratuito, todo tiene un sentido.

El final que propone Smith es demasiado exagerado, transformando a los sectarios en auténticos francotiradores. El fracaso está instalado en la sociedad, unos se vuelven devotos de las escrituras y otros devotos del presunto orden social, no importa el daño que puedan causar mientras salgan airosos.

Se agradece el cambio en el cine de Kevin Smith –hubo cierto terror por si estrenaba 'Clerks 3'- aunque 'Red State' no es una película que sea notable y relata una historia un tanto manida. Su director nos recuerda que algunas de las cualidades que mostró años atrás siguen muy presentes y el guiño final con referencia a la lucha de los sectarios es brillante –o casi, con trompetas incluidas- y eso ya es mucho más que lo que nos había ofrecido en un pasado cercano: pues que siga.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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