'A ROMA CON AMOR'. Sin alma pero con chispa


CRÍTICA DE CINE

'A Roma con amor' (Woody Allen. Estados Unidos, 2012. 102 minutos)

Desde 1997, tras la muy prescindible ´Todos dicen I love you´, Woody Allen ha ido alternando resultados muy flojos con cine de alta calidad como ´Match point´, hasta llegar a su ya penúltima y casi olvidable creación ´A Roma con amor´. El ritmo frenético de casi película por año no ha dejado que ni las críticas feroces ni los grandes elogios hayan hecho mella en su necesidad de crear y mostrar. Siempre resulta agradable ver algo del director neoyorkino porque por poco que parezca que ofrece –´Vicky, Cristina, Barcelona´-, siempre transmite instantes, y eso ya es un logro que no todos consiguen.

Con su aventura romana no esconde sus cartas y nuevamente plantea una sucesión de historias cortas que, aunque son terriblemente desiguales, algunas ofrecen un amplio mosaico de Allen en estado puro. Al contrario que hiciese con ´Todo lo usted siempre quiso saber sobre el sexo…´ en la que cada historia funcionaba independientemente y sin entrelazarse, en ´A Roma con amor´, aunque cada narración mantiene su independencia, todas pretenden estar unidas bajo la luz de la ciudad. Allen vuela de un 'relato' a otro con desconcierto y sin prestar demasiada atención a los desbarajustes que andan sueltos ni a los tiempos que transcurren.

Dos son las historias que poseen un potencial digno de Allen: una de ellas, en la que sale él -¡por fin regresó!- y que tiene ese punto cómico e imprevisible de aquellas situaciones en las que se maneja tan bien en su función de hipocondriaco, alarmista y creador, ayudado por esos momentos brillantes en los que combina su renuncia a la forzada jubilación con su afán por descubrir talentos –con pequeñas reminiscencias a aquel 'Broadway Danny Rose'-. Aquí se producen los momentos más interesantes en los que se retrata a la mujer italiana, a la familia, a la ópera, a la muerte… en fin, al mundo alleniano –acompañado por la siempre brillante Judy Davis-. En la parte protagonizada por Alec Baldwin –grandísimo, no es de extrañar que le haya dado el protagonista en su aventura en San Francisco- ahonda en el campo de las parejas. Lo realiza con ingenio y homenajea a Borges al enfrentar al arquitecto ya reconocido con él mismo de joven y un episodio sentimental que no ha podido olvidar.
 
Allen no inventa y se versiona sin pudor regresando a aspectos ya tratados en ´Todo lo demás´ o a la heroína femenina –de nuevo genial Ellen Page- con tantos rasgos parecidos al personaje de Nola Rice interpretado por Scarlett Johanssonn en su primera aventura londinense o a la Amanda de Cristina Ricci en ´Todo lo demás´. No importa, lo hace con gusto y su previsibilidad no impide que encaje.

El corto -¿acaso no es una muestra de pequeños cortos toda la película?- liderado por Benigni es ramplón y pese a tratar con lo efímero de la popularidad –la fama sin ser nada-, todo es tedioso. Los muchos aspavientos del italiano sólo consiguen distanciar aún más al espectador. Con más gracia aunque sin llegar a la carcajada, se sitúa la historia de Penélope Cruz, en la que una especie de “Allen italiano” lucha por entrar en la alta sociedad romana y por una extraña casualidad se ve envuelto con una prostituta –Penélope Cruz- en un juego de engaño y confusión mezclado con aparente puritanismo, algo de sexo y una familia a la que es mejor no tener cerca.

Cada historia posee su iluminación pero ésta carece de notoriedad. Al contrario de lo que sucedía con ´Midnight in Paris´ las texturas creadas para cada situación están carentes de la suficiente integridad para que posean algo más que buenos encuadres. Son únicamente instantes –fundamentalmente en la historia de Baldwin- en los que se aprecian ciertos matices que combinan con lo aséptico de los momentos de Benigni.

Tampoco la música en esta ocasión -salvo momentos puntuales- ha salvado la papeleta a un producto que caerá en el olvido y aunque se rescaten instantes, estos no perdurarán –las expresiones de Allen, sí- más allá de lo que dure el visionado.

Pese a ser un resultado menor, siempre hay que ver lo que hace Allen. Sus fogonazos creativos, sus referencias a Strindberg, su admiración a la 'femme fatale' y sus autohomenajes le han convertido en un creador especial. Sólo necesita descargar lo que lleva consigo sin entrar a valorar nada más que su necesidad. Ahora ya queda menos para su nueva película… porque ahora toca volver a realizar una grande ¿verdad Woody?

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
 

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