'TRES EN COMA'. Cavestany regresa


CRÍTICA DE TEATRO

'Tres en coma'
Dramaturgia y dirección: Juan Cavestany y Canódromo Abandonado
Escenario: Teatro del Barrio (Madrid)

Juan Cavestany funciona mejor en la aparente soledad. Es evidente que para adentrarse por ciertos recovecos del absurdo no necesita que sus proyectos tengan más notoriedad ni famosos que aporten solo nombre. ‘Tres en coma’ es una buena muestra de ello. Tras la sombría adaptación de ‘Los Macbez’ y la condescendiente ‘Gente en sitios’ regresa con una obra, que si bien no tiene la brillantez de ‘El traje’, sí destila ironía y fuerza por todos los lados.

Su planteamiento conjuga el absurdo con el vacío: ¿Qué ocurren si se mezclan? Personajes muy similares a los ya planteados en ‘El señor’-con la salvedad de que en allí solo había un solo actor-, ‘Tres en coma’  se centra en dos vidas alejadas de cualquier foco de relación que se refugian en mentiras aparentes para tener una supuesta mayor aceptación y algún contacto con otras personas. El lugar en el que se reúnen una peluquera en prácticas y un párroco sin fe que la busca en el pelo cortado de los pacientes es una habitación de un enfermo en coma.

En ese momento el talento de Cavestany aflora con más precisión. Por medio de unos aparentes mensajes en Morse creados por el enfermo a base de chistes es cuando se desgrana el canibalismo de una sociedad obsesionada por el dinero. Se golpea a la sanidad, al individuo, a los clérigos, pero eso sí, todo con un prisma de humor que ataca sin demasiada furia pero sí con precisión. Es una pena que no se hayan limado más las interpretaciones, fundamentalmente el personaje del párroco queda ligeramente desdibujado por una aparente seriedad artificial que al igual que los tonos empleados  restan fuerza a todo lo planteado.

La utilización del video –imágenes recurrentes en lo establecido por Cavestany en su trabajo para la gran pantalla- potencia el humor con esas bocas que hablan sobre rostros inmóviles. El sonido por medio de chascarrillos y las risas enlatadas catalogan muy bien esa cultura de masas que está en manos de cierto capital que manipula a todo aquel que se detenga a escucharles.

La muerte tiene también su pequeño rincón en la obra: si ya no eres rentable es mejor que te mueras.  Cavestany se enfrenta a temas muy serios desde otra perspectiva más jovial pero con calado. La puesta en escena minimalista es la precisa y la inclusión de música en directo con dos temas agiliza el ritmo y consigue su objetivo. ‘Tres en coma’ trae de vuelta al Cavestany más sugerente.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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