'THE IMITATION GAME'. Potente historia edulcorada


CRÍTICA DE CINE

'The Imitation Game'  (Morten Tyldum. Reino Unido, 2014. 114 minutos)

Cuando se posee una historia con tantos elementos positivos e interesantes basados en hechos reales pueden hacerse dos cosas: o bien ser honestos y desarrollarla como tal, moleste a quien moleste o, por el contrario, buscar el reconocimiento en la ceremonia de los Oscar. Huelga decir que los responsables de ‘The Imitation Game’ han optado por la segunda vía sin pudor alguno.

La evolución como actor de Bennedict Cumberbatch es sobresaliente. La elaboración de sus personajes siempre tiene elementos portentosos a los que acompaña con una voz tan profunda como efectiva. Resultan un tanto chocantes los paralelismos  de su personaje, el matemático Alan Turing, con el Sherlock Holmes que interpreta el mismo Cumberbartch en la serie televisiva de la BBC. Ambos son genios, asociales, intuitivos... El aspecto físico del actor dota de una androginia a sus personajes que les beneficia en la repudia que suele provocar en los antagonistas.

La lucha mental por descifrar la portentosa máquina Enigma de los nazis se desarrolla de un modo interesante por medio de batallas intelectuales que van ligadas al deterioro físico de los soldados. La paciencia de los altos mandos siempre se agota y curiosamente todo llega en un instante al que puede llamarse azar, casualidad o el 'efecto Oscar'.

Alan Turing debía ser un personaje muy curioso. Su homosexualidad es tratada en la película de un modo lastimoso. Es el propio Cumberbatch quien intenta mostrar ese mundo interior tan complejo y oclusivo por medio de un hieratismo que en ocasiones resulta insuficiente porque no se acompaña con acciones o palabras que la ocasión requería.  Lo mismo sucede con su resolución que es pasada casi por alto. Todo se arregla con largas parrafadas finales explicando el devenir de un personaje en el que no se profundiza. Era meterse en un terreno pantanoso y eso ya se sabe la escasa recompensa que puede traer.

La dirección y la fotografía son notables. Su efectismo visual siempre es medido y los tonos de luz son los correctos para reflejar una época que por otros títulos está constantemente presente en el espectador. Los flashbacks son por norma general innecesarios y no aportan gran cosa. El guion se ofrece sobremascado, pero consigue su recompensa.

El resto del reparto presidido por Keira Knightley y Matthew Goode es notable. Siempre hay empatía en la interactuación y eso se agradece para que el resultado sea más favorable.  Es una lástima que todo quede en medio de ninguna parte y que una buena historia se enturbie por la búsqueda del miedo a contar las cosas tal y como fueron.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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