'LA ACADEMIA DE LAS MUSAS'. Trampa, poesía, deseo y picaresca



CRÍTICA DE CINE

'La academia de las musas' (José Luis Guerín. España, 2015. 92 minutos)

Guerín sigue apostando por ser esa extraña figura que dentro del cine español va marcando un firme camino repleto de innovación, talento, variedad y, ante todo, mucha curiosidad. ‘La academia de las musas’ es un peculiar artefacto fílmico que se reinventa a medida que  la película avanza.  

Con la excusa de las clases del profesor Raffaelle Pinto, Guerín se adentra en su clase con el aparente único objetivo de grabarlas. La seducción y el poder de la palabra de Pinto resultan tremendamente sugerentes para las alumnas que participan en su propuesta didáctica. La libertad con la que ha abordado el proyecto el director es la que ha posibilitado esa evolución hacia una ficción mucho más ordenada que la que aparenta mostrar. Esa identidad potente que mantienen los personajes es la que los lleva a ser los auténticos protagonistas de esta especie de trampa fílmica. 

El documental y su paso a la ficción. El flirteo, la seducción, la coquetería, el engaño, la palabra como arma invencible, los celos, la posesión, la creación y el verso son las estrategias que se emplean para jugar a hacer cine simulando realizar un documental. La literatura es lo único que no cambia en la película, siempre está presente y es su empleo lo que facilita la fusión de géneros. 

Llama la atención cierto descuido en la dirección de Guerín. Parece haberse desprendido de todo aquello que promulgaba en ‘Tren de sombras’ (1997), ‘Innisfree’ (1990) o ‘En construcción’ (2001). No se trata de los medios con los que se ha grabado, sino con el aspecto formal que, en esta película no parece tener una firmeza expositiva. Por un lado pretende jugar a ser esa especie de documental sustentado por la palabra para pasar a ser una narración ficcional. La forma sigue siendo la misma, no existe un viraje necesario en tal propuesta. La película avanza pero Guerín no quiere que eso se aprecie –al menos de un modo evidente- y se queda en una transición un tanto ficticia.

Los personajes mantienen ese juego ficcional y llegan a generar tensión entre el profesor, la mujer, las alumnas, los viajes secretos y la eterna mentira. Todo siempre sustentado por la literatura y sus ramificaciones. Las elipsis que impregnan la narración son inteligentes. Guerín da pistas del momento en el que suceden las acciones pero es el diálogo lo que invita a descubrir qué y cuándo sucede realmente. Tal experiencia pedagógica no es más que un engaño del autor/director para pensar que no es responsable de nada, pero eso no es cierto. Dejar a un lado los añadidos estilísticos puede favorecer que los actores avancen sin distracción.

La falta de producción de la película la sitúa en ningún lugar geográfico. No es española, no es propiamente italiana, es simplemente de Guerín. Es importantísimo este detalle porque con ‘La academia de las musas’ se muestra un producto interesante que demuestra que todos los formatos pueden tener cabida en un cine y que los distribuidores deben dejar dar paso a algo diferente y que no solo el dinero, los medios y algunos nombres sean los que tengan las puertas abiertas.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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