'MUÑECA DE PORCELANA'. Ella manda, ella dispone



CRÍTICA DE TEATRO

'Muñeca de porcelana'
Autor: David Mamet
Versión: Bernabé Rico
Dirección: Juan Carlos Rubio
Teatro Español (Madrid)

David Mamet vuelve a estrangular a la alta empresa. Lo hace mediante un ritmo frenético y opresivo. Un empresario, Mickey Ross, relacionado con la política, millonario consciente de quién es, debe enfrentarse a un asunto aparentemente sin importancia pero que marcará su ritmo vital. El dramaturgo de Chicago, como expresa la periodista Laura López Ledesma, “es capaz de crear un juego de hienas purulentas que van avasallando. El poder puede llegar a estar fuera de su alcance y terminar engullido por él.” Esta sentencia define a la perfección a Mickey Ross, que desde su cima solo busca una última voluntad, la de amar sin importarle cómo y si es correspondido. 

Todo transcurre en dos días en el despacho de Ross. Siempre acompañado por su  segundo, un chaval avezado, pelota, que sigue creyendo en una especie de idealismo no corrompido. Estas creencias no son más que una parte del autoengaño por su afán de ascenso y del control del imperio que puede tener en sus manos. ‘Muñeca de porcelana’ disecciona ciertos aspectos de las relaciones existentes entre los empresarios y los políticos. Su mundo corrupto de secretos, trampas, engaños y desvaríos vuelven a poner en la primera plana el artificio de esas simbiosis atroces. Mickey Ross no quiere morir matando. Sabedor del tiempo que le queda quiere finiquitar su imperio y disfrutar de una última bocanada de felicidad. ¿Qué importa el por qué esté su chica con él? Toda su vulnerabilidad tiene que ver con ella, de ahí que para buscar su deterioro se recurra a intentar dañarla. La excusa es un avión, unos impuestos, no importa en realidad lo que es, lo determinante es cómo el viejo empresario quiere enfrentarse al problema.  Nada le sorprende, se sabe solo y tampoco necesita a nadie más que a ella y sus planes de supuesta luna de miel. No importa el pasado y mucho menos el futuro. Lo que en realidad tiene relevancia es el saber cómo va a poder pasar sus últimos años y con quién. ¿Puede confiar en alguien? No. Ya ni siquiera tiene necesidad de ello. Su ayudante es otro aprovechado más que busca su oportunidad para ser alguien y eso, como es natural, cuando se enfrenta con quien ya no tiene miedo a nada, tiene sus consecuencias. Mamet ha dejado demasiado en segundo plano a este personaje y eso le resta cierta frescura a la trama, fundamentalmente en su resolución. Javier Godino lucha por sacar partido del personaje y es correcto aunque un tanto apagado.

A Mickey Ross es José Sacristán quien le dota de una entereza que va más allá de lo escrito por el dramaturgo estadounidense. La obra no deja de ser un monólogo encubierto. Apenas hay conversaciones entre el empresario y su ayudante. Todo el entramado se basa fundamentalmente en diálogos telefónicos  a los que Sacristán saca un  partido casi inmenso para alardear –en su personaje- de su catálogo de estados anímicos. La cólera, la entrega, la realidad, el ensueño, el enfado, la consecuencia y su asunción. José Sacristán imprime a los personajes una particularidad muy reconocible. Su bagaje interpretativo le hace recurrir a ciertos trucos que emplea con normalidad y siempre de modo reconocible. Se agradece cuando guarda en su chistera esos recursos y trabaja otros aspectos que le hacen aún más grande, como pudo verse en ‘El muerto y ser feliz’ (2012) donde se despojó de todos sus elementos reconocibles salvo la voz. 

La dirección de Juan Carlos Rubio es correcta y efectiva salvo en la resolución. Comete el grave error de transformar en ridícula una reacción escalofriante. Esto resta potencial a un trabajo que era adecuado y difícil. Manejar esa verborrea con acción y verosimilitud tiene mérito, pero ¿por qué cae en esa vulgaridad final? El texto sufre variaciones con respecto al original. Bernabé Rico cambia la casa de Ross por la oficina y el propio final es distinto. Podría decirse que Mamet plantea un patetismo de la persona mucho mayor que el que puede verse en la adaptación española. No hay autolesiones finales ni ese lamento de Ross reclamando ayuda para un viejo. Esas alteraciones son importantes y en los créditos no se hace mención a esas licencias que parecen ir encaminadas a otorgar más entereza a la figura de Mickey Ross. ¿Lo aceptaría el autor? Tanto la escenografía como la iluminación y el vestuario son acertados y consiguen aportar ese qué y cómo son ambos personajes. Todos los detalles suman para conseguir una obra correcta y, por qué no, arriesgada.

‘Muñeca de porcelana’ tiene unos extraordinarios primeros cuarenta minutos. El resto, aunque baja algo el nivel, consigue mantener la atención para diseccionar aspectos de un mundo en el que la porquería administrativa, la traición, el chantaje y el amor salen a relucir dejando claro que el ser humano es tan vulnerable como imprevisible.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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2 Comentarios

  1. El autor reescribió la obra tras su estreno en NY.

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  2. Más bien antes del estreno. En vista del mal recibimiento de quienes la estaban viendo y los problemas de Pacino para aprenderse el texto, retrasaron el estreno dos semanas e hicieron volver a Mamet para seguir trabajando en el texto. Una crítica justa y equilibrada. Lo mejor, Sacristán y la puesta en escena.

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