'PASTEL DE PERA CON LAVANDA'. Fábula florida



CRÍTICA DE CINE

'Pastel de pera con lavanda' (Éric Besnard. Francia, 2016. 100 minutos)

Nada nuevo bajo el envoltorio ofrece ‘Pastel de pera con lavanda’. Cuenta algo tan visitado por el cine como el improbable amor entre dos seres antagónicos y que comparten por diferentes circunstancias un andar errático por la vida. Es un filón desde hace tiempo esa tensión romántica latente entre imposibles. Ya lo trató la española ‘Yo, también’ con irregulares resultados, aunque no se le pudiera achacar una falta de valentía y un arrojo que sí le falta al quinto largometraje de Éric Besnard a la hora de dar un paso que insinúa incluso con guiños sexuales. 

Comedia de colores y sensaciones, casi un cuadro a ratos, con la cámara detenida ante el devenir sin rumbo de las nubes del cielo, ‘Pastel de pera con lavanda’ permite pasar por un amplio espectro de emociones. La brillante interpretación de Benjamin Lavernhe como Pierre, un librero afectado por el síndrome de Asperger, hace oscilar la trama entre la ternura, el misterio y hasta la inquietud. El guion juega con su hipersensibilidad para juntarle con una mujer a la que se le han dado todas las carencias posibles. Es Louise, una joven viuda cargada de deudas y con un negocio campestre al que se asoma la ruina, ya casi anacrónico. Se da así el toque social silencioso que no puede faltar en las producciones francesas de este tipo. 

‘Pastel de pera con lavanda’ se agarra a su condición de fábula para no terminar de involucrarse ni emocionalmente ni con profundidad en la historia surgida entre Pierre y Louise. Todo se eleva a lo sensorial y se privilegia por encima de lo terrenal, rozando referencialmente a la dulzona 'Amélie' y dando como resultado una especie de cuento amable, respetuoso en su tratamiento del autismo y muy del gusto de aquellos que disfrutan con productos de acabado impecable y contenido con menos trascendencia.

RAFAEL GONZÁLEZ 

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