Dos películas en una tarde de sábado.

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 CRÍTICA DE CINE

'Muchos hijos, un mono y un castillo' (Gustavo Salmerón. España, 2017. 90 minutos)
'Call Me by Your Name' (Luca Guadagnino. Italia. 2017. 130 minutos)


Tras los premios, las loas, las publicidades y los camuflajes envueltos en producciones cuantiosas, conviene acercarse a películas que han sido reivindicadas como cine de alta calidad y que, solo el estreno de otra nueva hornada las ha relegado a un segundo plano. El tiempo y alejarse de tales elogios es en ocasiones necesario para valorar algunos títulos.

Resultado de imagen de muchos hijos un castillo y un mono duracion‘Muchos hijos, un mono y un castillo’, el debut de Gustavo Salmerón en el largometraje le ha llevado a recibir numerosos premios por diferentes festivales. Solamente hace falta asistir a los créditos finales para corroborar que no es un video de andar por casa meramente familiar, por mucho que se intente vender así. En ese truco está una de sus principales bazas para la distribución y les ha dado un resultado más que enriquecedor. El personaje, absolutamente fascinante, que compone Julia en lo que ha sido su vida, hubiese sido extraordinario con una duración de 35 minutos. Que todo se alargue a los 90  lastra el resultado porque lo maravilloso lo vuelve redundante. El magnetismo capta la atención del espectador y la osadía que Julia despliega la convierte en un centro que empequeñece todo lo demás. Se busca un nexo para que la estructura no quede deslavazada pero el mismo se antoja insuficiente para componer una película. El mercado dicta que las cosas cortas no tienen cabida en las salas, pero es un error muy grave porque la apuesta de Salmerón sería más fresca y eficaz sin un metraje así. Aunque bueno, los premios dictan otra cosa.  El equipo que tiene detrás el director es suficiente para garantizar un pronóstico acertado allí dónde se presente.

Imagen relacionada'Call me by your name’ es una película estupenda. Partiendo de una adaptación profundamente inteligente de James Ivory, la puesta en escena completa a las mil maravillas lo que se expresa en el libreto. El verano, el amor, el anhelo, las lecturas, las confidencias, los días largos, las confusiones, el conocimiento de uno, el terror, el atrevimiento y el dolor. Todo está resuelto con mucho oficio por parte de la dirección de Luca Guadagnino. Su modo de filmar es altamente productivo para sacar partido a la historia. Los planos secuencia está rodados con profesionalidad, los encuadres y la propia dirección de actores ayudan a que el proyecto vaya creciendo a medida que avanza el metraje. El verano del descubrimiento, el verano de enfrentarse a nuevas decisiones difíciles, el verano de asumir, el verano de encontrar respuestas, pero de formularse más preguntas -fabulosa conversación padre hijo-. Todo ello envuelto en un maravilloso sol en el norte de Italia que lo convierte en más ilustrativo. Es un acierto que se haya prescindido de un dramatismo atroz que suele acompañar a este tipo de historias. Todo sucede y no deja de ser idílico, incluidos unos padres extraordinariamente comprensivos y abiertos. El amor en todas sus vertientes. Las heridas están presentes, pero no se hace sangría con las mismas. El reparto es un diez. Encontrar ese nivel es determinante para conseguir que una película escale peldaños de calidad. El tono de la misma es el acierto para que su duración nunca canse. 

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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