'W IMIE...'. Bajo sotana



CRÍTICA DE CINE

'W imie...' ('En el nombre de...') (Malgorzata Szumowska. Polonia, 2013. 102 minutos)

Hay un rasgo que identifica el cine de Malgorzata Szumowska. La cineasta polaca sacude el polvo a temas que llevan mucho tiempo sin recibir un toque, al menos en su entorno. Las suyas son aproximaciones a realidades en demasiadas ocasiones pasadas de largo por la en general apocada sociedad de su país. Si ‘Sponsoring’ (‘Ellas’ en su pase en España) no levantó más polvoreda fue por su morosidad narrativa, nada que se le pudiera achacar al fragor con el que Szumowska se introdujo en el aquelarre de la prostitución de lujo. El mismo camino sigue, aunque con matices, ‘W imie...’ (‘En el nombre de...’) su nueva incursión en otra de esas problemáticas, aunque la aborda menos de cara, bajo pulsión, lo psicológico varios escalones más arriba de lo físico. Refrenda Szumowska su objetivo de calentar conciencias, al menos moverlas un poco, con su retrato de un joven sacerdote polaco atormentado al tener que asumir su homosexualidad.

Desde la controvertida escena inicial, Szumowska apunta su nueva película hacia el lirismo, la envoltura de calidad con la certeza de manejar un material aparentemente potente pero en realidad vacío, casi anecdótico. Las imágenes, la amarillenta fotografía que suda, asfixia y transmite, y la interpretación del personaje principal hacen el trabajo de ganarse la atención del espectador. No es un largometraje tan ambicioso como el anterior. No hay en este dibujo de la angustia de un religioso una intención de mirar más allá de lo individual. Queda así un producto adelgazado en cuanto a aspiraciones, ya que no trata de radiografiar el sentir general de una sociedad que todavía, a nivel público, mira mal todo lo que no consideren en su opinión una actitud sexual apropiada. ‘W imie..’ va en línea recta, no toma atajos ni se adentra en reflexiones quizá más profundas y necesarias. Va por donde se podía esperar y no sorprende.

A Szumowska le pueden, no obstante, las ganas de imponer su firma y el metraje, excesivo, lo sufre. La asfixia de una mente y cuerpo reprimido se hace notar en el principal baluarte del filme, además de la fotografía. Andrzej Chyra es otro de esos grandes actores polacos de primer nivel con menos caché del que se puede merecer. El resto de secundarios apenas tiene grosor, ya se ha dicho que sus historias no disfrutan de relieve. Todo lo admirable queda apretado en las escenas en solitario de Chyra, que logra transmitir el dolor del que no hace lo que siente por el temor a manchar su imagen o la del gremio a la que pertenece.

‘W imie...’ compitió en la Berlinale y acumula espectadores en Polonia desde su estreno. Es otra muestra del aceptable nivel que ofrece en la actualidad esta cinematografía, que últimamente está arrojando un puñado de películas comprometidas tanto con el antes (‘Poklosie’) como el ahora (‘Drogówka’) y en la que se inscribiría, en letra pequeña, esta ‘W imie...’.

RAFAEL GONZÁLEZ

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