'EL CUERPO'. Hanif Kureishi




CRÍTICA LITERARIA

'El cuerpo'
Autor: Hanif Kureishi
Editorial: Anagrama
Año: 2012
Páginas: 272


¿Y SI FUESE POSIBLE?

Jugar con esquivar la muerte siempre tiene un componente atrayente. Jugar a ser otro y que nadie nos reconozca provoca atracción. Jugar a tener un cuerpo más joven pero saber todo lo que la edad ha podido dotarnos; eso genera atracción y deseo. Todos estos “juegos” son los que plasma Kureishi en  'El cuerpo'. Tratar con temas tan controvertidos siempre puede rayar el absurdo o exigir que el pacto de ficción con el lector sea un verdadero esfuerzo. En la novela todas estas cuestiones están solucionadas con un plano de artificiosidad tolerable en todas sus acepciones. El autor no se dedica a explicar todo el proceso con demasiado detenimiento –ralentizaría los acontecimientos notablemente y no aportaría gran cosa-, lo hace con cautela, dando la información precisa para que la acción continúe aportando datos que aunque no resuelven incógnitas si consiguen que “la vida nueva” comience a resultar hipnotizante, dado que todo resulta tan desconocido como atrayente y el lector sacia la curiosidad de las vivencias a la par que el protagonista. Es fácil entablar empatía con esa persona que quiere unas vacaciones de sí mismo para con sus responsabilidades y así entablar relación con todo aquello que en la “otra vida” ha quedado como un interrogante: la ventaja es que ahora puede encontrar la respuesta. No deja de ser tamaña empresa un libro de viajes –no sólo interiores- por lugares alejados a su vida común y que, nuevamente, Kureishi, sabe abordar el sexo con las descripciones precisas  que aporta un erotómano; estos pequeños detalles consiguen que los acontecimientos   vayan a deparar en una historia de persecuciones y huidas hacia ninguna parte, en otras palabras: “el secreto de la vida eterna” es demasiado goloso para dejarlo ir, y más, si está envuelto en un cuerpo bien proporcionado, porque teniendo capital, ya sólo se trata de encontrar cuerpos deseables que se amolden a los cánones de belleza universal.  ¿Y si después de un tiempo se añora el yo exterior que poseíamos? Kureishi llega a la parte final con cierta premura en la solución, todo ello no es sino una consecuencia de que en no pocas ocasiones… “la curiosidad mató al gato”.
 
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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