'ACTO DE VALOR'. ¿Nos alistamos?


'Acto de valor' (Mike McCoy y Scott Waugh. Estados Unidos, 2012)

‘Acto de valor’ hizo cumbre durante unas semanas en la taquilla estadounidense, superando a estrenos rutilantes y producciones de primer nivel. Si se deja volar la imaginación uno se puede trasladar a la salida de uno de los cines en los que se proyectó y acompañar un rato a aquellos espectadores que acababan de ver una de las películas más patrioteras, propagandísticas y probélicas que se hayan rodado en los últimos tiempos. Ahí se les puede observar, orgullosos de pertenecer al país más poderoso, el que resiste asediado por malvados que hablan eslavo y rufianes barbudos que rezan orientados a La Meca. Todos con el pecho hinchado de orgullo, luciendo bíceps y alguno sobrecogido todavía por el peligro al que sus nuevos héroes se exponen por protegerles. Los más osados incluso dan en la diana y se hacen la pregunta estrella: ¿Nos alistamos?

La película dirigida al alimón por McCoy y Waugh funciona como el antídoto a la avalancha de producciones que han criticado, en mayor o menor medida, la política exterior estadounidense en materia bélica desde el 11-S. ‘Acto de valor’ sería el hermano perfecto, el de matrícula de honor y raya de pelo a un lado, de ‘Restrepo’, ‘La batalla de Hadiza’ y, sobre todo, la miniserie ‘Generation Kill’. Aquí todo está justificado. Los Navy Seals reciben órdenes y las ejecutan. Matan,  a quien sea y donde sea (hay localizaciones en México, Filipinas y hasta en alta mar), con tal de proteger al país. Son precisamente esas escenas de acción, apoyadas por un presupuesto generoso, las que inyectan algo de energía a un producto de calidad ínfima. Las interpretaciones simplemente no existen y los intervalos entre las escaramuzas se rellenan con diálogos y situaciones abrumadas por el estereotipo.

‘Acto de valor’ concluye de la única forma con la que podría hacerlo, con las barras y las estrellas ondeando al viento. Suficiente para sacar tajada económica, sumar algunos nuevos reclutas y, ya de paso, poder asegurarse en el caso de sus directores trabajar en el futuro con otro peso pesado en esto del cine –y la política- de tintes conservadores, Arnold Schwarzenegger.

RAFAEL GONZÁLEZ

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