'EL ENIGMA DEL CUERVO'. Divertimento deconstruido


CRÍTICA DE CINE

'El enigma del cuervo' (James McTeigue. Estados Unidos, 2012)

Que se reconstruyan aspectos indemostrables de la vida de un escritor en su época o sobre personajes de su obra, no es algo ya que resulte original. Lo novedoso del asunto es que no sea Shakespeare el foco de estas especulaciones –por citar sólo tres ejemplos: 'Rosencrantz y Guildestern han muerto' (1990), 'Shakespeare in love' (1998), 'Anonymous' (2011), - y se centren  en los  últimos días de Edgar Allan Poe. Toda la primera parte de la película muestra a un escritor ya sin ideas, que casi es ninguneado por su tiempo, desesperado en busca de ese alcohol que dé cabida al último aliento tras haber renunciado a la escritura creativa. Poe sobrevive realizando críticas para el periódico que en otra época publicó sus relatos, aunque sólo se publican ocasionalmente.

Todo este análisis global de una persona a la que ya no le queda nada por lo que luchar contrasta con un Poe enamorado que se encuentra a las puertas del anuncio su boda. Esta mezcla de ilusiones y desilusiones contrasta muy mal, no se complementan en absoluto la desesperación del hombre sin esperanza que se refugia en el frasco con el hombre ilusionado y repleto esperanza que compone poemas a su amor al que únicamente puede ver de modo clandestino.

A esto hay que sumarle la aparición de un adicto a Poe que decide cometer asesinatos basándose en los relatos del escritor. La trama de intriga y crímenes se ve alterada por la obligación de Poe de crear historias en las que se mezclen realidad y ficción para que el asesino lea savia nueva de quien es su ídolo y detener así su baño de sangre. Como es natural y para forzar a Poe a escribir, en el chantaje se ve envuelta su amor para así conseguir la entrega total del escritor a la página en blanco.

El ritmo de la película es un tanto lento y pese a disfrutar por momentos del universo de Poe, la película no es ni mucho menos trepidante. Los relatos de Poe son pequeñas anécdotas, se muestran sólo unas pocas líneas para escenificar el crimen. Quizá, si hubiesen desarrollado más la trama por este lado sin recurrir tanto a los mismos recursos del cine comercial americano, el proyecto hubiese adquirido más potencial, pero a lo mejor la taquilla se hubiese resentido, y claro, si no hay dinero, no hay película: es una industria.

La interpretación de John Cusack está repleta de histrionismo pero no desentona en una película de excesos, apropiada para el verano  y que posiblemente consiga que las ventas de los libros Poe se disparen. Pues nada, “¡más madera!”

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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