'BLACK MIRROR'. Lo que vendrá... o no


CRÍTICA DE SERIE

'Black Mirror' (VV.AA. Reino Unido, 2011)

Las series en pequeño formato son el fenómeno más inteligente para luchar contra la monotonía o el tedio que pueden traer aquellas de largas temporadas que se anclan en subtramas que poco tienen que ver con la idea original. 'Black Mirror' tiene únicamente tres capítulos, y su creador –el reputado y controvertido Charlie Brooker- tiene muy claro lo que quiere contar. Para ello desarrolla tres historias independientes ligadas por la tecnología y la obsesión por el voyeurismo de una sociedad que no difiere tanto de la que conocemos. No repite ningún actor y ninguna trama se parece a la anterior, eso es un acierto total porque permite al espectador sacar todo el jugo de cada historia sin estar atentos a esos pequeños detalles –sin sentido- que normalmente son los que resuelven las series. 'Black Mirror' es una apuesta sin ambages, no deja de ser una -desoladoras- radiografía de lo que seremos, si no lo somos yo. Quizá se esté a tiempo de evitar el derrumbe, pero la serie no da respuestas –ni falta que hace-, se limita a exponer el problema sin ocultarlo.

El primer capítulo, 'El himno nacional', se centra en la figura del primer ministro británico y lo que el morbo puede llevar a suscitar si hay una vida en juego de por medio –y más si es de una princesa- y la posible captación de votos por otro, siempre  con esa voz de fondo que nos pregunta “y tú, ¿qué harías?”. La importancia de las nuevas herramientas de comunicación (youtube o twitter) aparece plenamente justificada e integrada, golpeada por un verismo que no hace más que plantear interrogantes acerca de su ilimitado, peligroso y todavía desconocido poder. El episodio sabe dosificar la tensión y se resuelve, insignificantes baches al margen (ese acercamiento al periodismo sensacionalista tan tópico), con coherencia.

La segunda pieza, 'Quince millones de créditos', es la más ambiciosa y al mismo tiempo la menos lograda. La historia de un amor imposible en una sociedad futurista se revela insípida, falta de chispa, y ni siquiera el giro que experimenta en su tramo final logra rescatarla del tedio. Las críticas a la telerrealidad y sus formatos hace tiempo que ya no hacen tanta mella, arrinconadas ante la aparición de problemas mucho más terrenales y urgentes. Tiene la virtud este capítulo de crear en poco menos de una hora un universo propio, con sus reglas de funcionamiento y que no se aleja demasiado visualmente a lo ya expuesto brillantemente en filmes como '2001: Odisea en el espacio' o la más reciente 'Cube'.

'Black Mirror' llega al culmen en su tercer capítulo, 'Tu historia completa', que golpea mediante recuerdos que pueden revivirse continuamente accionando un mando que lo almacena todo dentro de nuestro organismo –literalmente- y que manejamos a nuestro antojo. La aparición de unos celos retrospectivos apoyados y constatados por la tecnología pueden llevar a la locura de cualquier sociedad civilizada que se precie. Los diálogos son tan veraces que hieren. No importa el año en el que transcurra la historia.
Lo único evidente es que no hay mejor forma de destrucción que la que se puede perpetrar desde nuestros adentros apoyados por el fenómeno de los complejos adheridos a una tecnología que nos recuerda que no somos tan especiales como creemos.

IVÁN CERDÁN / RAFAEL GONZÁLEZ

Publicar un comentario

0 Comentarios