'TED'. Homenajes y hostias


CRÍTICA DE CINE

'Ted' (Seth MacFarlane. Estados Unidos, 2012)

Cuando se realiza una marcianada hay que ser consecuente y llevarse todo por delante.  Eso lo hace a la maravilla Seth MacFarlane –creador de 'Padre de Familia', 'American Dad'- al trasladar una historia que es muy fiel a lo que ha venido promulgando en sus gamberras series animadas pero que ahora transforma a sus personajes  en carne y hueso –aunque esté el oso Ted-.

La historia no es ni mucho  menos lo importante. El guión no deja de basarse en una serie de tópicos acerca de la madurez y lo que tardan los hombres en dar el 'gran salto'. Lo relevante es el modo tan osado –no podía ser de otra manera- que ha elegido para llevar a cabo todo el plan de acción. La opción de tener a un 'oso nacido del milagro' es una solución que sirve para tapar cualquier fisura. ¿Qué importa si todo tiene un origen 'divino'? Evidentemente tiene su moraleja, pero no es dictatorial, es un recurso y encima válido.

La sucesión de tacos, referencias sexuales, utilización de psicotrópicos y empleo del alcohol sirven para mostrar ese lado vulnerable de cualquiera, ese aferrarse a un yo anclado en un curioso complejo de Peter Pan. Todo se encamina a dejar claro cuáles fueron los referentes de una generación –la de nacidos de 1973 a 1977 aproximadamente- que quizá no haya aprendido, ya sea por las circunstancias o por este tiempo correoso, a tomarse en serio o a poder enfrentarse a sí misma en el espejo asumiendo quiénes son y lo que se supone que 'deben de hacer'. El personaje interpretado por Mark Wahlberg es un buen ejemplo de la generación perdida en busca de ese tiempo que quizá llegue, pero que si no lo hace es porque es posible que jamás se busque.

Los homenajes son un referente que nunca es de postín. Quien se lleva la palma es Flash Gordon y el actor protagonista, Sam Jones –genial su primer encuentro de Wahlberg-, que demuestra estar a la altura de las circunstancias al autointerpretarse como un hombre anclado en ese personaje –fenomenal guiño final con imagen parada incluso-. Las referencias y los anhelos al film son continuos y repletos de garra y humor, por lo que cualquier nombre que contenga la terminación del villano de Mongo, Ming, ya sirve de óbice para mostrar la 'cólera' de Sam Jones.

El oso Ted es muy similar a Stewie -'Padre de familia'- y su mala leche, de ahí que no deje títere con cabeza y critique sin pelos en la lengua a la sociedad americana y a sus películas –las que ellos consideran mediocres- como es el caso de la nueva versión de Superman a la que destrozan –incluido  su protagonista- sin tener pudor alguno. No hay ningún cameo que sea impostado, todos se ríen de sí mismos sin hacer heridas profundas.

El metraje se tolera bien, la dirección y la incorporación de los flash-backs es completamente funcional –grandioso el de la fiesta de Ted con prostitutas-: no busca más lucimiento que el de la efectividad, y lo consigue. Se agradece que una película con estas características no busque algo que no es y sepa quedarse en la situación 'extraordinaria' que desea contar, utilizando unos parámetros válidos que escocerán en el sector más conservador que esta vez no podrá ser salvado por Flash, ¿verdad Sam?

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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