'DJANGO DESENCADENADO'. Tarantinadas


CRÍTICA DE CINE

'Django desencadenado' (Quentin Tarantino. Estados Unidos, 2013. 165 minutos)

Para Rafau

Si algo bueno tiene Tarantino es que sus impulsos a la hora de realizar una película nunca están ligados a modas temáticas del momento o a las diferentes imposturas de las productoras. Todo está subyugado a su amplio abanico de obsesiones o gustos, que filma con desigual acierto. Si con ‘Malditos Bastardos’ bordó la parodia de un género aportando una visión tan personal como divertida, en el que las piezas del puzle narrativo encajaban a la perfección, con ‘Django desencadenado’ ha homenajeado a ese western que a él tanto le gustaba. Pero su trabajo ha quedado en terreno de nadie, se ha amado demasiado para saber ponerse freno.

El estigma 'tarantiniano' se mezcla con toda la iconografía que ha llegado de una época que recrea satisfactoriamente, desde los créditos iniciales hasta el abuso potente del zoom. La película arranca con fuerza en unas secuencias iniciales muy contundentes y eficaces.  El querer abarcar un tema como el esclavismo tiene un punto original que se diluye cuando se queda en una nada que afecta al propio personaje de Django, que odia a todos menos a sí mismo –bien por Foxx-. Todo lo que sucede es demasiado sencillo y la trama queda anclada en un ritmo bastante tedioso que no profundiza más allá de  la simpleza que aporta cualquier decisión argumental –eso sí, con zoom-.

El artífice de que la película aguante es la soberbia interpretación de Christoph Waltz. Realmente es un actor de un talento desbordante y aporta una comicidad que resulta muy gratificante. Se consigue una empatía muy interesante con el cazarrecompensas que compone bajo esa interesante barba.  El código interpretativo está regido por la sobreactuación y, salvo en el caso de Waltz, no resulta efectivo porque se aparta de una línea argumentativa que pretende en ocasiones ser seria pero que no deja de resultar un tanto absurda, orgiástica –en cuanto a tiros- y lenta. En el caso de DiCaprio el error de casting es notable, no porque no esté correcto, sino por la edad, que lo hace aún más inverosímil. Muy graciosa resulta la permutación física de Samuel L. Jackson. Su interpretación está muy cercana a la de Fernando Fernán–Gómez en la mítica escena de ‘El viaje a ninguna parte´ en la que su personaje intervenía en una película: “…estaba deseando que viniera usted por acá… SEÑORITOOOOO”  y resultaba muy duro ver cómo le humillan por sobreactuar. En el caso de Jackson nadie le echa, pero ahí queda con sus gritos y sus aspavientos. 

Tarantino no ha sabido medir adecuadamente el 'tempo' de su película. Reducir metraje hubiese resultado un acierto y sus homenajes envueltos en historias de amor convencional habrían tenido un mayor calado acompañados por la notable banda sonora que emplea.
 
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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1 Comentarios

  1. Una decepción 'Django', no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!

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