'Amor y letras' ('Liberal arts'). Josh Radnor. Estados Unidos, 2013. 97 minutos
La segunda película que dirige y protagoniza Josh Radnor deja una extraña sensación incompleta al concluir su visionado. Toda la historia está planteada correctamente, desde la necesidad de tener a alguien para sentirnos bien con nosotros mismos, hasta el regreso a aquel pasado que el recuerdo engrandece. El viaje interior del protagonista se inicia con la llamada de su antiguo profesor para que acuda al homenaje que la universidad le prepara para su retirada. Esta motivación abre la puerta a ese veneno que es el idolatrar aquellas ilusiones que se magnifican y que probablemente nunca fueron ni se aproximaron a aquello que ahora el recuerdo moldea a su antojo.
Tener a dos coprotagonistas de la talla de un inconmensurable –de nuevo- Richard Jenkins y de una actriz que desborda talento en cada papel como es Elizabeth Olsen, ayudan a que la película de Radnor sea más competitiva y suba un peldaño.
Los primeros 45 minutos derrochan vitalidad y saber hacer por parte de la dirección. Trata el guion con elegancia y sentido del humor. El curioso conflicto generacional del profesor que lo deja y se arrepiente, de su exalumno que no se encuentra y de la alumna que parece más madura que ambos juntos, entrega buenos momentos de humor. Todo avanza con grandes dosis de música clásica y seducción a partes iguales. La voz en off se emplea de un modo convencional aunque funciona y tiene su efecto. Los juegos con la eterna discusión de lo que es buena literatura y lo que no tienen su encanto por lo pedantes y cercanos que resultan: aunque eso dé pie a descubrir ciertas carencias que ya serán un lastre en el personaje principal.
Esta enunciación es lo más favorable de la película. Cuando la seducción cobra más fuerza, la película comienza a decaer de un modo peligroso. Es una pena que Radnor no ahonde más en el personaje del profesor y en la crisis en la que entra. Parece que, al igual que su personaje, se esconde de sí mismo y de los que le ayudaron ¿Por qué un guionista renuncia gratuitamente a uno de los puntos fuertes de su película? El director, guionista y actor prefiere centrarse en su rol de protagonista y ese es un papel que se vuelve incómodo y a la vez cobarde y previsible. Tampoco saca partido al pequeño personaje que interpreta su antigua profesora desgastada y decepcionada pero que a su vez le abrió los ojos. Ni mucho menos son interesantes los demás alumnos que deambulan por ese campus de un pasado que probablemente no fue tan bueno como él decide recordar.
Todo queda difuminado y no hay forma de secundar a las antiguas buenas intenciones. Aunque Elizabeth Olsen mantenga el pulso en todo momento se antoja insuficiente en una película que podría haber dado mucho más si el talentoso Radnor hubiese tenido algo más en la cabeza que mirarse al ombligo. No obstante, el cine que hace y escribe este actor-director tiene un público amplio en perspectivas y unas temáticas muy interesantes, por lo que no sería de extrañar que en breve acertase con la tecla correcta.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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