CRÍTICA DE CINE

Stephen Chbosky solo se ha fiado de sí mismo para adaptar a la gran pantalla su novela del mismo título y similar impacto. Que sea su primera película es un síntoma de buenas noticias y de esperanza que pronostican una larga carrera. Basa su dirección en el respeto a la historia y la cámara se sitúa plácidamente sin buscar una notoriedad que hubiese restado impacto a la potente trama que se traía entre manos.
‘Ventajas de ser un marginado’ debería ser una película de obligado visionado en los institutos o en el primer año universitario. Plasmar ese universo de sensaciones envueltas en nostalgias y realidades varias con tanta destreza merece que en las clases se gane tiempo analizando diversos aspectos de la cinta, todos ellos imprescindibles en la edad del alumnado. No importa que la película se sitúe a principios de los 90, no ha perdido rigor alguno.
Los últimos años del instituto bajo el formato de cartas dirigidas a un alguien que no existe dan pie a conocer las destemplanzas de Charlie, un adolescente con una vida interior demasiado compleja y con brutales varapalos a sus espaldas. La literatura y la escritura son su refugio frente al rechazo generalizado de ciertos compañeros.
Todo cambia tras un partido de fútbol americano que al protagonista le abrirá la puerta a semejantes suyos en casi todos los aspectos. Es en ese instante donde los impulsos, los celos, el amor, los secretos, los exámenes, las influencias pasan a vivirse con la intensidad de la conciencia del reconocerse en cada acto. La prodigiosa banda sonora da cabida a todas esas sensaciones con naturalidad y cierta alevosía. Plasma el primer beso, el primer te quiero, el primer abrazo, la segunda o tercera decepción ¿cuál es la mejor forma de madurar? Todo esto sin recurrir a ninguna sensiblería irracional. El tempo está medido y es preciso porque no es sencillo reflejar ese pasado –de Charlie- con todo ese cúmulo de nuevas vivencias.
El trío protagonista está dotado de una madurez interpretativa digna de todos los elogios posibles. Emma Watson da garantías de que hay vida más allá de Harry Potter y lo mismo Logan Lerman con Percy. Son tan verosímiles todas sus actitudes que están a la altura de actores con los que comparten plano como Paul Rudd –dando vida a un imprescindible profesor de Literatura- o Joan Cusack en su rol de doctora.
El vuelco final pese a ser brutal, es sutil es su forma de reflejarlo. Toda esa mesura de guion y dirección hacen que ‘Ventajas de ser un marginado´ se convierta en un título tan necesario como imprescindible en los tiempos que corren y que se avecinan.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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