'MAMÁ'. Querido hogar


CRÍTICA DE CINE

'Mamá' (Andrés Muschietti. Canadá, 2013. 100 minutos)

El alumbramiento de 'Mamá' obedece a la idea de alargar hasta una duración comercial lo que de inicio simplemente era una pildorita estilística de un miedo tan terrenal como el de aquellos espíritus que están ahí y un día les da por pegar un susto. Los casi cien minutos del primer largometraje de Andrés Muschietti son una prolongación, debidamente trabajada, del corto que pergeñó junto a su hermana hace unos años. Vía viral, este trabajo llegó a ojos de Guillermo del Toro, que vio oro en el proyecto. Apadrinó a Muschietti, como años antes hiciera con otros púberes del fantástico-terror (Guillem Morales, Juan Antonio Bayona), y se puso a la tarea. 'Mamá' no deja de ser un producto digno, más certero que otras incursiones suyas anteriores, pero al que se le ven las costuras de guión de arriba a abajo. Demasiadas manos y mentes detrás de una historia que quizá pedía y exigía menos ambición y quitarse de golpe una galería de secundarios bordada con torpeza y vacía de contenido.
 
'Mamá' se desliza por terrenos no demasiado explorados. Juega con el quebradizo imaginario infantil y cruza este perfil con el de una de esas leyendas universales de acoso y derribo popular al loco del municipio. En ese sentido la película se desarrolla de acorde a lo esperado tras un inicio francamente esperanzador. Hay mucha luz alrededor de la protagonista, una rockera metida a madre, de largo el personaje mejor desarrollado y al que se le ve una evolución nítida. Y hay verdad alrededor del fantasma de la función, un monstruo no tan monstruoso. Ahí, en el dibujo de este personaje, se desprende cierto cariño y la mano de Del Toro. Hasta que se hace visible, demasiado pronto, Muschietti sorprende con un inteligente uso de la cámara, jugando con el fuera de plano para crear instantes realmente terroríficos. El interés mengua cuando este personaje ya es uno más de la familia, querido hogar, y todo queda reducido a esperar un epílogo en el que 'Mamá' sí adquiere el brillo que se esperaba. Leyenda, mito y familia se vierten sobre un barranco para cerrar con poesía, tristeza y resignación esta historia que ante todo ratifica, una vez más, que el amor de madre es incomparable.
 
RAFAEL GONZÁLEZ

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