
'Ahora empiezan las vacaciones'
Autor: Paco Bezerra
Dirección: Luis Luque
Escenario: La Casa de la Portera (Madrid)
La apuesta realizada por La Casa de la Portera de mostrar un teatro diferente y de calidad es ya en sí misma una acción digna de elogio. Es de considerar que lo están haciendo. Desnudar los montajes y enfrentarlos cara a cara con el espectador es una delicia. Las vergüenzas quedan al descubierto y con ellas lo grande que puede ser el teatro. Es de esperar que la buena acogida por parte del público continúe sin pausa.
En lo referente a la adaptación sobre ‘El pelícano’ que ha dirigido Luis Luque el resultado es poco satisfactorio por varios factores. La obra de August Strindberg desgarra hasta puntos bastante poco descriptibles, pero la adaptación que ha realizado Paco Bezerra, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2009, no ha sabido tomar pulso al texto. Todo queda esbozado de un modo superficial.
Las aportaciones de Bezerra sitúan la obra en un momento atemporal –que no es mala idea, porque el texto ya ofrece eso- pero esto no consigue cuajar en la gran mayoría de momentos que quedan desdibujados por ideas textuales que no imprimen ritmo a todo ese tratado de humillaciones, rencores, pasiones y odios que tenía el texto de Strindberg.
La dirección de Luis Luque es funcional y confía en el texto. Los personajes se mueven con cautela y nunca abusan de las idas y venidas, pero no se respira esa opresión virulenta que debe desprender cada acción. El espacio es el mejor para representar un texto así, pero la apuesta no acaba de despegar.
Mariana Cordero ofrece una madre tan brutal como hiriente, pero la adaptación la condena a que sus armas se vengan abajo demasiado rápido y quede al descubierto su vulnerabilidad. Su hija, interpretada por Helena Casatañeda, le aguanta el tipo. Los personajes masculinos quedan algo más en evidencia, de nuevo por la adaptación fundamentalmente. El hijo y su cambio de edad lastran el arrojo que realmente tiene el personaje y que Juan Codina defiende con tino, aunque nada contra marea. Lo mismo ocurre con el marido de la hija, Raúl Tejón, que con ciertas salidas de tono queda desdibujado en territorio vacío.
Los momentos de tensión no se han explotado suficientemente bien, el ser humano no queda al desnudo, las reacciones quedan en medio de ninguna parte y contra eso ya es un logro sacar momentos interesantes que son siempre capitaneados por una gran Mariana Cordero.
Teatro en estado puro, que una vez más viene a constatar que las ideas de Brook están muy por encima de cierta tecnología que aleja el teatro de las personas.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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