'EFECTOS SECUNDARIOS'. El talento de Mr. Soderbergh


CRÍTICA DE CINE

'Efectos secundarios' (Steven Soderbergh. Estados Unidos, 2013. 109 minutos)

Resulta desbordante la capacidad y el talento que ofrece Steven Soderbergh para ir permutando de géneros y dejar constancia de su habilidad en todos aquellos que aborda. Con ‘Efectos secundarios’ genera un producto excelente que atrapará al espectador desde la secuencia inicial. Es de agradecer que una película juegue en varios géneros a la vez y que esto no ofrezca confusión alguna en su desarrollo. Todos los giros que ofrece esta pieza creada por el guionista Scott Z. Burns dan cabida a varias películas dentro de una. La progresión de la trama acompañada de inesperados y efectivos giros configuran un ejercicio de estilo depurado y estimulante.

La historia y sus contrastes se sitúan en diversos mundos. Todo comienza como una supuesta trama de amor para ir avanzando hacia el desequilibrio psíquico y sus consecuencias, el tratamiento psiquiátrico, los medicamentos, sus evidentes efectos secundarios, las trampas, las traiciones, el sexo, el dolor, el desprestigio, los anhelos, la investigación, las re-trampas, las re-traiciones… un thriller que radiografía con valentía cierta realidad médica. Todo se muestra con cautela y cada viraje está expuesto de un modo armónico en su conjunto. Nada incita al equívoco, ni siquiera sus trampas, que son controladas y nada descarnadas.

Soderbergh se maneja a la perfección en estas historias corales y pese a tener diversas digresiones argumentales, cada personaje es sólido y firme en sus intenciones. No hay fisuras en sus construcciones y nada queda al azar. Cada acción tiene su justificación y cuando el juego de embustes entra en liza no es reprochable ninguna de sus idas y venidas. Llama la atención un punto común y ligero que rodea a todas las acciones argumentales: la fragilidad del matrimonio. El tema médico y su relación con los visitadores y los experimentos con medicamentos están muy bien planteados. No entrega datos sin sentido, lo que ofrece tiene un motivo y queda la pregunta planteada en cuánto a qué nuevos medicamentos son los mejores: evidentemente es el dinero el que marcará la pauta.

De nuevo el reparto es un acierto más que notable. Decantarse por una protagonista como la atrayente Rooney Mara es una decisión muy inteligente. Su belleza y aparente fragilidad le permiten ofrecer una amplia muestra de lo que es su talento. La precisión gestual es otro aspecto más a sumar a una interpretación plagada de matices. Jude Law, cada vez más apartado de su rol de don Juan, también ofrece esa entrega a lo que es una lucha por recomponer lo que una vez tuvo con un personaje que maneja con equilibrio. La extraña pareja que conforman  como doctor y paciente funciona a las mil maravillas y el hecho de que no exista tensión sexual entre ambos lo hace aún mejor. Zeta-Jones se muestra radiante en todos sus cambios. Aunque su papel es aparentemente menor, posee una suspicacia que ayuda mucho a que el ritmo nunca decaiga. Todos los personajes –aunque tengan pocas frases- están correctamente estructurados, no hay eslabones sueltos  y el guion en consonancia con la dirección juega a establecer afectos u odios con cada uno de ellos.

La fotografía creada por el propio Soderbergh bajo su seudónimo de  Peter Andrews es otra muestra de talento. Genera una serie de contras muy marcados por cierta saturación de blancos que acompañan a la historia y a los diferentes colores asfixiantes que rodean las vidas de los protagonistas. Las texturas que se generan con cada personaje son perfectamente acompañadas por una banda sonora de Thomas Newman que ofrece su mejor versión –o una de ellas- como músico potencial. Si a esto le sumamos el montaje de   Mary Ann Bernard,  que aporta un ritmo trepidante pero no frenético, tendremos la gran película que es ‘Efectos secundarios’. Ojalá que Soderbergh no lo deje nunca y no lleve a cabo su afirmación de que en breve colgará los guantes.
 
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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