'HISTORIA DEL ARTE EN 70 MINUTOS'. Pinceladas de humor


CRÍTICA DE TEATRO

'Historia del Arte en 70 minutos'
Compañía: Seven Inks
Autory dirección: Ernesto Filardi
Teatro Arenal de Madrid. Hasta el 2 de junio

La compañía Seven Inks vuelve a la carga con un nuevo montaje. Y regresa con el formato que ya probara en su anterior producción, ‘Historia de España en 70 minutos’, que tanto éxito de público está teniendo.
Ahora se atreven, porque saben y pueden, con la historia del arte universal, centrándose, en las disciplinas de pintura, escultura y arquitectura, pues de alguna forma había que acotar. Materia menos peligrosa ‘políticamente’ hablando, pues es difícil que nadie les acuse aquí de excesivamente ‘propicassistas’ o de radicales impresionistas (aunque por discusiones acerca del arte ha habido duelos al amanecer), pero narrativamente mucho más complicado y mucho más fácil de errar por ambos lados: por defecto, siendo demasiados simplistas o previsibles, o por exceso, intentando abarcar todo sin contar nada y olvidándose del teatro.
Pero saben y pueden, y en los setenta minutos que dura más o menos la obra logran dar una visión completa y clara de lo que ha sido el arte, su evolución y sus enfrentamientos. Lo hacen imprimiendo su sello, con gran dinamismo y sentido del humor. Los tres actores entran y salen continuamente  del escenario cambiando de personajes sin solución de continuidad, sin que en ningún momento el público se pierda o queden parecidos unos a otros.
La pieza tiene varios aciertos en su planteamiento que se agradecen. Optar por no centrase en una visión eurocéntrica, en el arte occidental, es uno de ellos. La obra da cabida a las expresiones artísticas de otros continentes (aunque evidentemente predomina la cultura occidental, puesto que es la autóctona) y no de manera exótica, a modo de anécdota, sino con la importancia que debieran merecer tanto a nivel artístico como a la importancia que dan a sus escenas en la obra.
También intenta romper con la historiografía cronológica, dando saltos en el tiempo, lo que da frescura y aún más ritmo a la historia, además de huir de esa especie de escolástica que no termina de irse, como si no se pudiese explicar a Durero a partir de Manet.
Aciertan también con la decisión de presentar de manera anacrónica, y gamberra a varios personajes, actualizándolos y cargándolos de verdad y humor, jugando con los estereotipos que se tienen de determinados artistas.
Son setenta minutos en los que se dan pinceladas. No se trata de una clase magistral de historia, esa no es la intención, sino de abrir el apetito y la curiosidad por conocer a esos autores que salen apenas unos instantes, presentar de otra forma menos académica al arte, desde las pinturas rupestres al constructivismo, pasando por Goya, Hooper o Miguel Ángel o algún anónimo escultor africano. Se podría decir que falta alguno pero no que sobran personajes en este recorrido en el que se combina de manera eficaz la didáctica con grandes dosis de humor. Humor que tiene la cualidad de considerar al público inteligente, abordándolo sin condescendencia.
En definitiva, una obra divertida, que sabe de lo que habla y lo que quiere contar, que se acerca al arte sin complejos ni miedos, de forma desenfadada, permitiéndose bromear de forma seria sobre ello. Divertir, instruir, aprender a acercarse al arte de una forma más próxima, menos severa. Haciendo un símil, no se trata de  realizar la obra pictórica por completo, sino de esbozarla, de poner los primeros colores, las primeras líneas. Eso sí, aquí se huye del brochazo y se trabaja la pincelada.

BENJAMÍN JIMÉNEZ

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