'STOCKHOLM'. Crónica de un hecho anunciado



CRÍTICA DE CINE

'Stockholm' (Rodrigo Sorogoyen. España, 2013. 90 minutos)

El segundo largometraje de Rodrigo Sorogoyen tras ‘8 citas’, que codirigió junto a Peris Romano, se adentra en un terrible juego psicológico que tiene como telón de fondo la seducción, la mentira, el engaño, la entrega y la decepción por las máscaras caídas. La película consta de dos partes perfectamente marcadas. Lo que parece un acontecimiento común de flirteo se va tornando en una oscuridad que termina por ser opresiva.

La idea es superior al resultado final. Las piezas ensambladas en el guion no encajan del todo debido a dos problemas: unos diálogos en ocasiones demasiado líricos, artificiosos y una duración demasiado larga para aguantar lo que se viene anunciando. La trama se desmorona en ciertos momentos por un deseo aparente de generar tensión, pero lo que se consigue es que se dilate injustificadamente –a no ser que sea para llegar a los malditos 90 minutos que imponen las producciones- sin aportar grandes cosas, ni siquiera los desasosiegos que ofrecen los personajes se mantienen. Con quince minutos menos el ritmo hubiese salido ganando, al igual que el conjunto.

La dirección es sugerente en cuanto a que no marea con los planos. Con una clarísima referencia a la trilogía creada por Richard Linklater  que se inició con ‘Antes del amanecer’, Sorogoyen coloca a sus personajes deambulando por las calles de un Madrid nocturno mientras juegan a la seducción, al engaño y al gato y al ratón. Todas las trampas que ofrece el guion salen airosas porque realmente no hay tensión sobre los hechos que van a suceder. Continuamente se van dejando pistas del siguiente acontecimiento y eso lastra ciertas intenciones.
Es una pena que no hayan ahondado más en ese drama psicológico en el que había un buen material para pulir y salir más que airosos. Esa previsibilidad consigue que  ‘Stockholm’ no sea algo diferente. El sugerente título puede sentar muchas bases de lo que se pretende ofrecer, pero tampoco se da especial importancia para que ese giro que se produce tras la llegada del día tenga un calado más profundo.

Las interpretaciones son un tanto irregulares. Javier Pereira deja claro desde el primer momento cómo es su personaje. Desde la primera conversación con su amigo muestra sus debilidades. El problema es que, en ocasiones, las frases demasiado bien escritas no encajan en los tonos de los personajes, que parece que las cantan. Los dos posibles desnudos que se muestran son demasiado pudorosos, con camisetas, cubriéndose las vergüenzas. Eso no ayuda a la empatía de ambos actores.  Aura Garrido se está especializando en interpretar a esa chica misteriosa que oculta algo que la hace profundamente irresistible, como ya ocurriese en ‘Los ilusos’. Su interpretación –salvo algunos momentos- es muy creíble y resulta coherente con su personaje. Sus matices son ricos y sabe manejar las situaciones mostrando con cautela sus debilidades emocionales. La mirada de Aura siempre busca respuesta pero pocas veces la encuentra.

Las trampas son tan previsibles que no encajan con ciertas decisiones. Todo el desenlace se encuentra demasiado impostado y el transcurrir de los minutos solo es una constatación del mismo. Lástima que no se dotase de algunos giros más que enriqueciesen la trama. Sorogoyen ha sentado unas bases muy interesantes para lo que será, sin duda alguna, una carrera provechosa. 
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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