'THE TRIP'. Fabulosa conjugación de ingenio

 
 
CRÍTICA DE CINE
 
'The trip' (Michael Winterbottom. Reino Unido, 2010. 107 minutos)
 
Ahora que se ha puesto tan de moda todo lo referente a programas relacionados con la cocina, los exhibidores han considerado que esta excelente producción del 2010 podría tener aceptación para que el gran público acudiese masivamente a las salas a relamerse –eso jamás podría ocurrir en este país a no ser que la dirigiese Almodóvar-. ‘The trip’ es una aventura culinaria similar a la que realizaron no hace mucho tiempo Imanol Arias y Juan Echanove por España, en esta ocasión una semana por el norte de Inglatterra. Los protagonistas acuden a restaurantes y degustan todo tipo de manjares, a costa de una revista que ha encargado un artículo a Steve Coogan, que ha tenido que recurrir a la última opción de su agenda para que lo acompañe. Evidentemente, la mordacidad que tiene la película no tiene nada que ver con lo que aquí se podría ver. Para empezar, Steve Coogan ofrece una versión de sí mismo como un ególatra disparatado, con un caos en su vida escalofriante, que sueña con ser actor de grandes superproducciones. Refleja un egoísmo que no es capaz de ver más allá de lo que es él y sus circunstancias.
 
El humor inglés está perfectamente reflejado. Las imitaciones tienen un papel destacado, de hecho, es el cómico Rob Brydon quien acompaña a Coogan. Las guerras dialécticas sobre quién imita mejor a Michael Caine, o a Roger Moore son geniales.  El contraste de ambas personalidades -Brydon es un marido fiel y padre de un recién nacido- enriquece todo el viaje. Ambos se respetan pero tienen sus diferencias, fundamentalmente por el ego de Coogan que cree haber nacido para ‘salvar el mundo’. No es fácil reírse de uno mismo con el descaro con el que lo hacen ambos personajes. Winterbottom filma con inteligencia y sin hacerse notar demasiado ese ingenio dialéctico que muestran continuamente ambos personajes.
 
La aparente improvisación ofrece manga ancha a una creación colectiva que siempre suma. Los problemas íntimos tienen una cabida precisa y permite descubrir cómo es el hijo de Coogan, o su ex, o la pareja actual con la que se ha dado un tiempo, o sus padres, o las amantes furtivas en los hoteles, o las antiguas amantes que reaparecen en ese caos sin aparente salida. Del mismo modo se muestra la estabilidad que ofrece la mujer de Brydon en casa, con su bebé y jugando a realizar aparentes escarceos de sexo telefónico con su marido. Todas las secuencias nunca pecan de exceso, su mesura es otro punto a tener en cuenta.
 
El viaje también les sirve para seguir los pasos de Coleridge y Worsworth –más del primero- y recitar sus poesías, revisitar sus lugares, jugar con sus adicciones… todo con el tono preciso, sin ponerse estupendos. El viaje que se muestra en su día a día refleja intimidades bajo la certeza de lo que supone el asumir las edades y el avance cruel del tiempo. Coogan sufre y evoca sus miedos en  sueños equiparándolos al excelente poema de Coleridge ‘Los dolores del dormir’. Son muy divertidos los supuestos discursos –aunque sólo hay uno- que realiza cada uno sobre el otro en el funeral.
 
Wintterbotton consigue crear ese ritmo acompasado en el que lo mismo viajan que comen delicias, cantan y muestran problemas sentimentales, celos, distancias y gloriosas imitaciones –como la de Ian McKellen-. Todo está elaborado con precisión. La fotografía de Ben Smithard capta el tono del viaje y hay momentos en los que se consigue simular la atmosfera de un cuadro de Turner. El paisaje es un elemento más, y como tal, se le mima. El montaje también ofrece ese ritmo que apoyado en las melodías de Michael Nyman consiguen encumbrar a Winterbottom un peldaño aún más alto. La destreza de variar de géneros y en todos plasmar su sello es un distintivo que pocos pueden garantizar.

Este divertimento contrasta con ese maravilloso plano final de un Londres en silencio y casi a oscuras que contempla un Coogan desmoronado ante la soledad del asumir que es el momento de tomarse en serio. ‘The trip’ ES, sin duda alguna, una gran película.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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