'AFTER EARTH'. La risa de Shyamalan



CRÍTICA DE CINE

'After Earth' (M.Night Shyamalan. Estados Unidos, 2013. 100 minutos)
 
O Shyamalan juega al engaño y mira de arriba abajo desde un púlpito de billetes color verde o, ya es indudable, lo suyo puede considerarse como un castigo autoimpuesto en la búsqueda de dilapidar lo más rápidamente posible una carrera que presagiaba cotas pocas veces holladas. Una de las dos opciones debe darse por válida si se quiere tratar de entender que supone ‘After Earth’ en la filmografía del cineasta de origen indio. Otro paso más hacia el desconcierto o el vacío, a la nada en ambos casos. Hay muy poco rescatable y menos respetable en su nuevo trabajo, una sinfonía chirriante a mayor gloria de la familia Smith. Y ni siquiera vale para eximirle la etiqueta de trabajo alimenticio o de transición, no puede serlo al tratarse de un megaproducción destinada a engordar egos, reventar cines y henchir de heroísmo a los embelesados espectadores.
 
Poco rastro queda de su firma en este videojuego infantiloide que hereda de Steven Spielberg su cansino gusto por mitificar al núcleo familiar y que se queda lejos, a una distancia transoceánica, del ritmo, gracia e interés de otras propuestas similares como ‘Los juegos del hambre’. Hay que rascar mucho para encontrar vestigios de ese pasado no tan alejado, como la firmeza con la que rueda determinadas escenas de acción, sin recurrir demasiado a una parafernalia ostentosa, o como cuando cuela alguna piraña que muerde un poco –la muerte en ‘flashback’ de la hermana del protagonista- entre tanto algodón. Poco, y si acaso en todo momento oculto por una historia insípida que parece diseñada en una tarde adolescente de hamburguesas con los colegas.
 
Nada funciona en ‘After Earth’, empezando por ese guion famélico y lineal. El estoque se lo da una de las peores interpretaciones que se recuerdan, la de un Jaden Smith superado de inicio a fin por las escasas exigencias de su papel, lo que habla de su talento. Lo de Will Smith, anclado a una cama durante buena parte del metraje, no sorprende tanto, era de esperar. Shyamalan no logra sacar ni un gramo de emoción a esa relación paternofilial. Sí hace reír –la escena del cumpleaños de la hija- cuando no era la intención. O acaso es Shyamalan el que se ríe de nosotros y hasta parodia de esta forma un género tan en boga en los últimos años, donde todo vale con tal de funcionar en taquilla.
 
Al final lo que queda es la certeza de que cada vez resulta más complicado no alistarse en la lista de detractores de Shyamalan. Todavía, en algún rincón del cinéfilo, se le agradecen los ratos vividos en la referencial ‘El sexto sentido’, la poderosa ‘El bosque’ e incluso el revolcón preapocalíptico que dio a tantos gurús del tema con ‘El incidente’. Todas tenían algo llamativo y especial que las diferenciaba del pelotón, algo imposible de encontrar tanto en ‘Airbender’ como, especialmente, en esta repelente ‘After Earth’.
 
RAFAEL GONZÁLEZ
 

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