'LO ÚNICO QUE NECESITA UNA GRAN ACTRIZ...'. Vaca 35 Teatro en Grupo



CRÍTICA DE TEATRO

'Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar'
Dramaturgia: Versión a partir de 'Las criadas' de Jean Genet
Compañía: Vaca 35 Teatro en Grupo
Dirección: Damián Cervantes
Escenario: Matadero (Madrid). Festival Fringe Madrid 2013

¡CABRONCÍSIMAS!
Un chupito de aguardiente, un sótano inmundo, un escenario exiguo, una fregona, unos zapatos colgados, una mujer pequeña y otra gigante, un autor maldito en sus bocas, la sombra de un asesinato, la transmutación continua entre dueña y criada y la paradoja de siempre, ¿por qué no rebelarse ante tu condición de esclavo?
Así podría terminar tranquilamente la reseña de esta adaptación de 'Las Criadas' de Genet, recién llegada de México al Festival Fringe 2013 de Madrid, si no fuera porque el aguardiente, la bebida de los obreros en buena parte del mundo, era bueno, y porque el sótano estaba creado en un minúsculo espacio del gigantesco Matadero de Madrid consiguiendo un encajonamiento de los asistentes -no más de veinte por función- que te obligaba a sentir en la piel nuestras limitadas colmenas urbanitas. Si no fuera porque una de las criadas, Solange, era la mujer más bella del mundo y la otra, la hermana Claire, la más gorda del universo, terminaría la crítica ya. Si no fuera, a la vez, porque ambas son actrices que buscan en el teatro una expiación, una solución a su explotación laboral sin pasar por el crimen que sí plantea explícitamente Genet en el original. Si no se mezclara tanto en ellas el amor y el odio. Si no preparasen la cena  -huevos revueltos con mendrugos de pan, a bocados– en escena. Si no fueran tan tiernas y tan monstruosas a la vez. Quizá si no hubieran venido de Mexico, terminaría la crítica con gusto allí donde las imagenes están acostumbradas a mutar, de la vida a la muerte,  de la Catrina a la Guadalupe, de ritual en ritual, entre el cielo y la tierra.
El equipo de Vaca 35 Teatro en Grupo realiza un trabajo riguroso en torno a la idea primitiva de Genet de relativizar el mal, de implicarse en las causas que lo motivan. A través de una escenografía sencilla y coherente con el mundo de las criadas, llena de útiles laborales - el contrapunto  lo ponen unos zapatos de baile que cuelgan, como los sueños cuelgan en nuestras paredes de adolescentes -, la obra avanza sin tapujos por el imaginario de Claire y Solange, convirtiendo su cotidianeidad en un rebujo de anhelos y  rituales que andan entre la ficción y la realidad, desde la necesidad de comer a la necesidad de bailar, del querer lavar sus cuerpos a la necesidad de narrar un cuento antes de dormir. 
Reza el programa de mano una frase del pintor mexicano Siqueiros: “Todo cuánto he hecho revela necesidad de ritmo, de simbolismo y de composición”. Una declaración de principios que estos talentosos teatreros mexicanos trasladan a su montaje con precisión, buscando la cercanía física con el espectador, ese que tanto se queja a veces de lo que ve cuando no se siente esclavo.
FRANCISCO VALERO

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