CRÍTICA DE CINE
'Tú y yo' (Bernardo Bertolucci. Italia, 2012. 90 minutos)
Bertolucci vuelve a dirigir. Las fuerzas que ha sacado para rodar las ha encontrado en una novela que vuelve a tener como protagonistas a dos jóvenes. El director italiano, como ya hiciera en ‘Soñadores’, encuentra en cierta fragancia juvenil ese impulso que le dota de la adrenalina y mordacidad suficiente para combatir hasta el último suspiro.
‘Tú y yo’ es una película que ofrece muy poco o nada. Partiendo de una historia tan poco interesante como previsible, Bertolucci filma a un adolescente turbio, conflictivo, refugiado en su música, que tiene ensoñaciones y pesadillas y que cuenta historias a su abuela en el hospital. Su condición de rebelde que realiza preguntas incómodas es sólo una estrategia –del novelista- para que contraste con la evolución del personaje.
Bertolucci mueve la cámara intentando dotar de ritmo a una trama que no lo tiene. Ni siquiera el engaño, como muestra de esa rebeldía, ofrece nada más. La relación tirante con su madre, su forma de no ir a ese viaje escolar y quedarse encerrado en un sótano atiborrado de comida basura no son más que extraños avatares que discurren sin ofrecer nada que no haya quedado patente en los primeros minutos de la película.
En esa extraña huida de sí mismo se da la casualidad de que coincide con la hermanastra, que por motivos del azar –y de un flojo creador de historias- da a parar en el mismo sótano en busca de ropas que un día tuvo en aquella casa. Ella también es una inadaptada, pero esta similitud sirve para que comiencen a verse diferentes contrastes en ese problemático adolescente. Se descubre que es ordenado y que en realidad madura con soltura cuando tiene que enfrentarse a las necesidades de esa hermana que intenta dejar la heroína. Lástima que en esas escenas de verdadero sufrimiento se hayan rodado de un modo tan limpio, incluso erótico, podrían haber aportado un carácter muy necesario para este tipo de historia, pero no, la suciedad del baño es limpia y el dolor es un tanto impostado. Todo esto continua aunando a los dos personajes por esa especie de odio a un mismo padre que desde la distancia parece despreocuparse de ambos. El amor florece en este adolescente que ya no se refugia tanto en la música y en las hormigas para encontrar consuelo en el contemplar a su hermanastra.
Pese a que la cámara está próxima, todo parece filmado desde una distancia terriblemente insalvable para empatizar con unos protagonistas tan inmaduros como inconsecuentes. Evidentemente, todas estas circunstancias lastran el resultado global de la película. Los secretos, las confesiones y las extrañas compañías únicamente consiguen alargar un metraje ya vacío.
Eso sí, hay planos que siguen demostrando que el italiano no se ha olvidado, al contrario, de rodar. Es bueno que Bertolucci esté de vuelta, aunque sea tan difícil reconocerle.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
0 Comentarios