'BETRAYAL (Traición)'. Arritmias del destino



CRÍTICA DE CINE

'Betrayal (Traición)' (Kirill Serebrennikov. Rusia, 2012. 115 minutos)

Rodar una historia de infidelidades siempre es complicado. Hay muchísimo material y es difícil no repetirse y ser completamente original. Casos como Ingmar Bergman o Woody Allen ya no existen –aunque Allen viva- por lo que resulta muy complicado encontrar películas que no sean un conglomerado de visionados pasados.

El siempre llamativo Kirill Serebrennikov intenta aportar algún elemento más a lo ya planteado. Su apuesta fundamental reside en ciertas elipsis, la frialdad, el reclamo, el tiempo, la angustia y la muerte. La excesivas casualidades no le importan –si no, que pregunten a Hitchcock -. Desde la primera secuencia ya se sabe que el marido de la doctora y la mujer del paciente –que acude a una revisión del corazón- son amantes. Ese impacto que se produce en él viene acompañado por una notable secuencia en la que tiene lugar un accidente con víctimas en la parada de un autobús. Siendo el protagonista testigo de tal atrocidad, parece que el director ruso ha querido emplear una acertada metáfora visual de tal catástrofe e insertarla en el corazón del engañado marido.

A partir de aquí, la frialdad se alía en el desarrollo de una familia –la de él- que está unida. Hay silencios y largos planos que se combinan con una fotografía sobresaliente. No hay una búsqueda de una justificación, tampoco existe esa conversación en la que se simula una herida. Lo que sí existe es la curiosidad por el placer en esas aventuras furtivas. Los cónyuges engañados se alían en el rastreo del goce ajeno pero son incapaces de encontrarse. Es admirable el manejo del tiempo de cada plano. Las expresiones son cruciales porque el dolor se hace extensible a cada gesto, pero eso sí, jamás se exageran. Los lugares comunes en el argumento  con ‘Caprichos del destino’ de Sidney Pollarck parecen lastrar instantes, fundamentalmente en la primera hora del metraje, aunque todo se remonta y no quedan atisbos de ellos.

Serebrennikov maneja al espectador a su antojo y cuando todo parecía que se podría encaminar a un nido difuso de reproches, elimina de un plumazo –no exento de sorpresa- una parte crucial de la supuesta trama, para así dar cabida al verdadero impacto interior. Doctora y paciente siguen sin encontrarse en su nostalgia, posiblemente se hayan acostumbrado a un dolor que ya tiene cicatriz e intentan continuar con lo que debería ser pero que no es. De nuevo otro golpe fascinante: esta vez, mediante una elipsis en la que por medio de un cambio de vestuario que tiene lugar a lo largo de un paseo por un hermoso bosque en el que la protagonista –pese a la nieve- se desnuda y cambia su ropa y su infelicidad por una sonrisa y otros colores. Es sorprendente porque el espectador parece perderse unos instantes hasta que una nueva ‘casualidad’ justifica el paso del tiempo.

El reencuentro de los 'engañados' da un giro y copulan evocando cuerpos ausentes. El pasado siempre está presente y no les importa que exista una posibilidad de causar el daño que ellos sufrieron. Todo tiene ciertos pespuntes de thriller o al menos puede ser una de las intenciones con las que parte el guion. No está exento de humor y de ciertos puntos suspensivos que lanzan al espectador a que intente resolver algunas incógnitas que posiblemente no lo sean. Todo está en el corazón, en el destino y en las entrañas y pese a que en algún momento resulte algo ambigua y demasiado casual, ‘Traición’ es una obra bien hecha, en la que todos los elementos técnicos que conforman una película destacan por su estupenda factura. El arrojo que desprenden varios momentos de la película se echa en falta para que la misma logre definirse como una renovación del género. Se quedó en bastante más que en una intentona, pero se agradece, y mucho, el esfuerzo.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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