'LA GRAN ESTAFA AMERICANA'. Chirriante y divertida a ratos


CRÍTICA DE CINE

'La gran estafa americana' (David O. Rusell. Estados Unidos, 2013. 138 minutos)

David O. Ruseell ha encontrado la fórmula del éxito. Tras la pesada y desmesurada ‘El lado bueno de las cosas’, se ha adentrado en otra previsible y excesiva historia rodeada de rostros conocidos, que solo tiene en sus venas un camino: el de la ceremonia de los Oscar. De nuevo lo ha conseguido con una peripecia basada en un acontecimiento real que ha moldeado con no mucho ingenio pero sí con algo de diversión. Disfrazar a Christian Bale con una barriga demasiado artificial y un peluquín a base de pegamento o al profesor de ‘Resacón en las Vegas’ con unos rizos es un escaparate innegable para los votantes de los premios. La destrucción de su belleza suele ser recompensada con diversas candidaturas. En esta ocasión, más de lo mismo, aunque por momentos los personajes parecen sacados de fiestas de disfraces. Bale destaca, y una vez más, quien demuestra que es una actriz magnífica es Jennifer Lawrence. No importa el rol que se le asigne, siempre funciona.

Como película, ‘La gran estafa americana’ no pasa de ser un divertimento demasiado largo. Entretiene ver ese juego de estafas y engaños, pero poco más. La presencia de la voz en off de algunos de los personajes no aporta sino más bien pervierte, dado que ya anuncia que a los personajes no les ha sucedido nada. Los cambios o sorpresas que pretende el director son tan previsibles que no ofrecen expectación alguna. Se ha premiado al reparto por el trabajo coral y puede resultar un tanto chocante esta decisión debido a que rayan en muchos momentos –fundamentalmente Bradley Cooper- en un exceso innecesario.

Está montada con ingenio y la ambientación y aspectos de la fotografía y algunos de la música son correctos. Por lo menos contribuyen a que el metraje sea algo más dinámico. Película pretenciosa, que pese a haber conseguido su finalidad en las candidaturas, no deja de ser un producto de consumo instantáneo que no aporta nada a las producciones de estafadores.

Con 'The fighter' David O. Ruseell parecía un director con algo que decir. Tras sus dos últimas películas se puede comprobar que había jugado al despiste. Ya instalado en la meca de los resultados de las taquillas, los abrazos envenenados y las mortecinas alabanzas solo queda que siga divirtiendo por momentos y que continúe contando con una actriz tan grande como Jennifer Lawrence.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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