'EL TESTAMENTO DE MARÍA'. Colm Tóibín

 

CRÍTICA LITERARIA
 
'El testamento de María'
Autor: Colm Tóibín
Editorial: Lumen
Páginas: 126



 REGENERAR EL MISTERIO

Acercarse a las figuras cercanas que rodearon de un modo u otro  la vida de Jesús de Nazaret siempre es un ejercicio arriesgado y estimulante. Su figura ha atrapado tanto a religiosos como a agnósticos. Todas aquellas películas o libros que han respetado el supuesto rigor histórico de los acontecimientos, han conseguido que su interés haya sido más bien escaso, porque nunca han tratado de darle un prisma que aporte algo más a lo ya establecido, como bien podría ser el caso de ‘Jesús de Nazaret’ del italiano Zeffirelli. Más interesante resultó aquella salvajada que realizó Mel Gibson con‘La Pasión’ en la que aportaba algunos aspectos más arriesgados a la par que no discrepaban de lo conocido, o sino la siempre polémica ‘La última tentación de Cristo’ cuando Scorsese aún creía en contar historias.  Fue una lástima que nunca se llegase a ver esa versión que le encargaron a Ingmar Bergman y de la que los productores al leerla huyeron buscando consuelo en los brazos de Zeffirelli.
No solo el cine ha dado cabida al personaje, sino que la literatura ha sabido llevar a buen puerto historias que lo humanizaban, cómo bien ha podido ser los notables ‘El evangelio según Jesucristo’ de Saramago, o el relato ‘Hoy es viernes’ de Hemingway.  Tóibín se embarca en la senda de ofrecer esos aspectos humanos de la madre de Jesucristo y lo realiza con brillantez por medio de un monólogo con tintes teatrales –no en vano se ha representado ya- en el que ofrece a una María muy desconocida y jamás retratada antes.
Su concepción Judía y su modo de ser, aquel que reprueba todo lo que hace su hijo – el Mesías- está expuesto con toda la humanidad posible que puede caber en un ser humano, valga la redundancia. No duda en interpretar ciertos pasajes instalados en la imaginería común, para sacar punta a una mujer que solo quiere a su hijo como tal y no como “hacedor” de milagros en los que no termina de creer o a los que no da importancia. Conviene resaltar el contraste en el comportamiento de María –huyendo de la notoriedad del hijo- durante en el famoso episodio de las bodas de Canán –donde Jesús transformó el agua en vino- con lo que se expuesto en ‘El libro de Urantia’ o en ‘El Nuevo Testamento’. Esos detalles hacen grandes ‘El testamento de María’, una mujer que ve cómo matan a su hijo en una cruz y anhela  a ese niño que tuvo y que fue normal con las inquietudes de los otros niños, que iba al templo con su padre y que de repente comenzó a hablar con desconocidos y en un tono altivo. Se retrata ese alejamiento de un hijo a una madre. La custodia por supuestos guardianes que recibe ella por ser la madre del hijo de Dios le exaspera. Su misantropía es notable y Colm Tóibín dota al personaje de las fisuras humanas, los anhelos, la falta de esperanza y el miedo.
Por otro lado, ‘El testamento de María’, no pretende establecer ninguna moral ni pretende desmitificar nada. Su autor escribe con detalle y alevosía ciertos acontecimientos que trastocan lo establecido. Su manejo del tempo narrativo y el tiempo vivido es abrumador. Su dominio en la exposición del baile de años y acontecimientos sin que el lector pierda detalle vuelve a dejar patente que el escritor irlandés posee un talento sin límites. Guía sin aleccionar, simplemente muestra a una mujer que una vez amó y que ahora ya espera la muerte sin miedo pero con interrogantes.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ



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