'LA CUEVA'. De vacaciones con los colegas


CRÍTICA DE CINE

'La cueva' (Alfredo Montero. España, 2014. 80 minutos)

A ‘La cueva’, primer largo de Alfredo Montero, le condiciona un dato sorprendente. Tras su estreno en una sección competitiva del Festival de Sitges de hace dos ediciones capturó la atención de un productor, hasta tal punto que quiso reformular la propuesta. El equipo de rodaje volvió a los escenarios, se añadieron tomas nuevas y en el estudio se suprimieron antiguas. La producción así se redefinió de cara a su estreno en los cines. Y sin ser demasiado aplicado, resulta sencillo pronosticar dónde se aplicó cirugía a la película. Todo apunta al epílogo, cuando ‘La cueva’ se disfraza de ‘REC’, olvida la tensión psicológica y se apodera de ella el síndrome del videojuego. Culmina con una discutible decisión final que saca al espectador por completo de lo sucedido, si ya no lo estaba.

Antes ‘La cueva’ deja rastros de producto de género cuajado y de detalles. Sabe crear angustia y da con una atmósfera opresiva comprimida en un escenario. No recurre a argucias de sala de montaje y se define como un trabajo limpio en ese sentido. Al espectador le falta espacio y respiración en ocasiones, algo que la acerca salvando las distancias al ‘Buried’ de Rodrigo Cortés. Más tachas hay que ponerle al guión, especialmente en la escritura de los personajes, tan planos que no molestan. Ni siquiera la potenciación de la maldad en uno de ellos logra que la platea se acerque más a ellos. La empatía viene únicamente por lo físico y nunca por lo psicológico. ‘La cueva’ no planea así ninguna doble lectura, más allá del uso indiscriminado que la sociedad hace del término ‘amigo’ y que ha terminado, como demuestra este filme, en quitarle su verdadero significado. 

RAFAEL GONZÁLEZ

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