'EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS'. Escaramuzas anunciadas



CRÍTICA DE CINE

'El amanecer del planeta de los simios' (Matt Reeves. Estados Unidos, 2014. 130 minutos)

La mirada del simio reflexivo César marca los dos instantes cruciales de la película. En sus ojos están las posibles soluciones para que todo se desarrolle sin problemas al principio, hay esperanza. La mirada del desenlace desborda hastío, por no poder resolver lo que dos razas parecen no querer entender. Aquel final primoroso de ‘El planeta de los simios’ dejó unos puntos suspensivos exquisitos para las arcas de Hollywood. El por qué se llegó a esa situación ha dado para muchas películas, no solo la saga original sino para el fallido remake de Tim Burton o para estas nuevas entregas.

‘El amanecer del planeta de los simios’ tiene unos primeros cuarenta minutos muy interesantes. En ellos pueden apreciarse ecos de '2001' o de ‘Greystoke’. Reeves consigue que todo avance sin tregua y que se siga con comodidad la aparente falta de diálogo. La aparición del hombre comienza a indicar el camino al sonido de las alarmas creativas y más cuando la distancia entre los simios y los hombres no era tal en cuanto a kilómetros se refiere.

Los roles de los personajes están marcados y no dudan en disimularlos. Los estereotipos de buenos, malos, culpables e inocentes están instaurados sin pudor alguno y eso resta prestancia a una película de acción que termina siendo una acumulación de tiros al más puro estilo del género bélico.

Es una lástima que no se haya ahondado en las relaciones entre las especies. Las pocas veces que la trama se desvía hacia esa vertiente comunicativa la película crece, aunque caiga en ciertos trucos melodramáticos, preferibles en todo caso a las aventuras de metralletas ensordecedoras.

Los efectos especiales son notables y los movimientos de los simios son exquisitos. Las trampas digitales están perfectamente encubiertas y consiguen que el espectáculo continúe avanzando sin quedar lastrados por la tecnología. La dirección resolutiva de Matt Reeves se ve refrendada por un aspecto visual notable dentro de una historia manida y previsible - no hay que olvidar que la tercera parte ya está en camino- que sienta las bases para lo que sucederá y que el espectador de sobra conoce.

Las traiciones van a la par en ambos bandos. La decepción de la convivencia no es más que una estratagema para la gran batalla final, en la que los principios de Darwin, aquí secundados por las armas, toman la alternativa sobre qué especie será la más fuerte.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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