PATRICK MODIANO. El triunfo del nostálgico


Las extrañas quinielas de los Premios Nobel se han decantado por el escritor francés Patrick Modiano. Sin entrar en quién lo merezca más o menos –eso no deja de ser una discusión absurda y subjetiva- galardonar a Modiano indica que se ha tenido en cuenta la honestidad de una propuesta. El galo es un autor siempre fiel al tormento de aquella Francia ocupada, la eterna posguerra y la intimidad de ese monólogo firme plagado de detalles.

Modiano es ese escritor reconocible que busca ese tiempo perdido –ecos de Proust-, el exilio de uno mismo y la lacerante confrontación con la memoria. Si atendemos a su novela ‘Joyita’ (2003) encontramos a esa mujer que rebusca en su pasado para sanar esa herida maltrecha. El autor francés es un maestro en lo que se refiere a disfrazar la ficción deteniéndose en detalles casi propios del documental.

Si se toma un aparente libro menor como puede ser ‘Las desconocidas’ (2001) se asiste a un delicioso juego intimista en el que el escritor se desdobla en tres sin que exista por asomo ningún tipo de artificio, tan solo ese recuerdo que late incesantemente. Modiano es un artista de lo escaso porque de ello hace arte y vuelve a demostrar que la palabrería vacua nunca tiene lugar en grandes obras. 

Siempre hay que tener presente su dolorosa Trilogía de la ocupación (‘El lugar de la estrella’, ‘La ronda nocturna’ y ‘Los paseos de circunvalación’) o la imprescindible ‘Calle de las Tiendas Oscuras’ (1978), en la que se asoma al género negro por la puerta grande con tintes psicológicos, un delicioso tratado de la introspección.

Modiano ha ganado y con él la literatura original y de calidad. Una decisión que a pocos resultará controvertida, aunque siempre flotarán los gustos particulares, las envidias, los olvidados… todos pugnarán por el otro juego, pero no hay duda: se ha premiado la calidad, y en un premio como el Nobel eso en ocasiones es una verdad camuflada.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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