CRÍTICA DE CINE
'Magical Girl' (Carlos Vermut. España, 2014. 127 minutos)
Tras la sobrevalorada ‘Diamond Flash’, Carlos Vermut ha realizado una película repleta de lugares comunes pero que ha sido galardonada con la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Su dirección es extraordinaria y valiente, aguanta planos largos y las interpretaciones son portentosas. En ese aspecto no hay una sola fisura en el engranaje de una película pretenciosa que se ahoga en los ideales desde los que parte.
Vermut continúa coqueteando con sus referencias 'manga' y las integra en una especie de cotidianidad más propia de un melodrama que de la realidad. La situación reconocible que atraviesa España pretende coger una consistencia en la película –crisis, paro-, pero esto no deja de ser un pretexto, otro más, para el supuesto final impactante de la historia.
El guion se antoja caprichoso en su pretensión. Mundo, demonio y carne son las tres partes bien diferenciadas. Con ello condiciona a tres personajes diferentes, pero todo es llevado al exceso de un modo poco creativo. Jugar con ese hombre que está en paro, cuya hija tiene leucemia pero su deseo es tener un disfraz de diseño antes de morir es una excusa para dar cabida a una serie de casualidades inverosímiles. Vermut intenta que todo lo rocambolesco se dé en los personajes que conviven con unos símbolos que relacionan el entramado; pero esto se diluye por unas coincidencias vacuas.
La dependencia, la sumisión, la entrega, la manipulación, la mentira, la enajenación, las trampas, la osadía y el pasado pretenden tomar parte importante en esos recovecos que el director propone sin que logre darles empaque. Es posible que todo esté ya en el propósito de la historia, que no deja de ser efectista y maniquea.
El planteamiento de la extorsión es insulso porque lo único que pretende es introducir ese mundo vejatorio relacionado con el pasado sexual del personaje magníficamente interpretado por Bárbara Lennie. No resulta sostenible por muchas autojustificaciones que dé el propio personaje. Su desequilibrio es lo que emplea Vermut para hacer sostenible su argumentación, y se revela insuficiente. José Sacristán y Luis Bermejo están a una altura inmensa en sus respectivos trabajos. Sacristán y su rostro son capaces de aportar esa verosimilitud a su personaje que hace que la película se beneficie. Algo similar ocurre con Bermejo, su lucha, su extraña humanidad se ven arropados por sus tonos, siempre discretos. Su vida no deja de ser un ensayo para cuando todo termine. El personaje se ejercita en su futura soledad. Estos detalles son muy buenos, aunque las consecuencias de la trama hagan descender la intensidad de la propuesta.
La dirección es valiente y muestra destreza y buen hacer. Vermut confía en su historia y la defiende con una puesta en escena sobresaliente. Las alternancias temporales no despistan y se siguen correctamente todos los cambios. Sin embargo en lo que respecta a la estética de la misma, la idea no sale triunfadora. Aunque Santi Racaj ejecuta una buena fotografía, no consigue dotarla del contraste que parece querer plantear en la historia y todo adquiere un mismo tono en la imagen. En ese aspecto la fotografía, el guion y la dirección no parecen haber hablado el mismo lenguaje, aquel en el que los símbolos llegan a condicionar el todo argumentativo.
‘Magical Girl’ es una buena película en lo que al aspecto formal se refiere. Se pierde en un metraje algo alargado, aunque no pesado y en un desenlace previsible.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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