EN EL ADIÓS DE WES CRAVEN. Opinión



KRUEGER, SCREAM Y MÁS

Wes Craven nació en Cleveland (Ohio) en 1939. Tras una breve carrera dedicada a la docencia como profesor de Humanidades, se estrenó en la dirección cinematográfica gracias a su amigo Sean S. Cunninghann  (realizador de ‘Viernes 13’, 1981), quien en 1972 le invitó a dirigir una película de ultraviolencia. El resultado fue ‘La última Casa a la izquierda’, una cinta cuyo argumento –inspirada en ‘El manantial de la doncella’ de Bergman- giraba en torno a un secuestro de dos adolescentes por parte de una banda de macarras asesinos y violadores. La cinta, de muy bajo presupuesto (costó unos 70.000 dólares) y aire amateur, causó un gran impacto por sus imágenes explícitas. Craven recuerda como anécdota que en una de las proyecciones algunos espectadores, bastante ofendidos, trataron de entrar en la cabina de proyección para censurar ellos mismos la cinta. Hoy no parece tanto, incluso algunas secuencias se ven bastante cómicas (por lo absurdo de las situaciones o la falta de medios), pero en su momento estuvo prohibida en países como el Reino Unido, Alemania o Islandia. Aunque puede considerarse como una película de culto, no llega al nivel de otras cintas de la época como ‘La Matanza de Texas’ o ‘El Exorcista’, que siguen provocando miedo.

En 1977 volvió a ponerse detrás de las cámaras para rodar una cinta de terror de serie B llamada ‘Las colinas tienen ojos’ sobre una familia de clase media que tiene que enfrentarse a una familia de incestuosos caníbales en medio del desierto. La cinta, inspirada en la leyenda de Sawney Beane (una familia de caníbales que vivía en unas cavernas en Escocia y cuyo modo de vida era asaltar viajeros por los caminos para robarles sus pertenecías y comérselos), tuvo una secuela realizada por el propio Craven (con el único fin de subsistir económicamente) y un muy digno remake en 2006, además de inspirar la irregular saga de películas ‘Wrong Turn’ (‘Km 666’ en español).

Tras dirigir una serie de cintas menores y de escaso interés, a Craven no le llego el éxito hasta el estreno de ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984). Para escribir la historia se inspiró en una serie de noticias en los periódicos sobre la extraña muerte de una joven que se negaba a dormir por pánico a pesadillas recurrentes. El guión de 'Pesadilla...' estuvo dando vueltas por los cajones de varias productoras que no mostraron demasiado interés, hasta que el productor Robert Shaye de New Line Cinema se enamoró de él y decidió producirla (hasta hipotecó su casa). A pesar de todos los problemas económicos para acabarla, la película fue un rotundo éxito de taquilla que nadie imaginaba y acabó  popularizando hasta límites insospechados al villano de la película, un personaje siniestro con la cara deforme, un sombrero y un jersey de rayas llamado Fred Krueger.

No obstante, Craven prefirió apartarse de las secuelas de ‘Pesadilla en Elm Street’, y aunque no las denostaba tanto como su colega de profesión John Carpenter hiciera con las de ‘Halloween’, no le interesaban demasiado. Al menos hasta que decidió dirigir la ‘Nueva Pesadilla’ en 1993. Era una secuela que no era realmente una secuela, sino una nueva vuelta de tuerca donde se mezclaba sueño y realidad, donde el personaje Freddy Krueger se introducía en la vida real de los actores que dieron vida a la primera pesadilla. No tuvo el éxito que se esperaba de ella, pero no deja de ser una cinta curiosa y entretenida. Entre medias, Craven dirigió cintas irrelevantes a la par que malas, simpáticas (‘El Sotano del miedo’), estúpidamente divertidas (‘Shocker 100.000 voltios de terror’) o terroríficas como ‘La Serpiente y el Arco Iris’, una de sus mejores obras que trata sobre la zombificación en Haití, siendo protagonizada por Bill Pullman.

Tras las poco rentables 'Nueva Pesadilla' y ‘Vampiro en Brooklin’ (una cinta para olvidar, que no cuajaba ni como comedia ni mucho menos como horror movie), la carrera de Craven estaba en horas bajas, pero dio un inesperado giró en 1996 con ‘Scream’, un slasher muy divertido que jugaba a la vez al terror y a la comedia, lleno de referencias y guiños al género que ha marcado la carrera del propio Wes Craven. Al éxito le llegaron varias secuelas (cuatro en total), todas dirigidas por el propio Craven y tres guionizadas por Kevin Williamson, el autor del libreto original. La cuarta entrega fue su última colaboración entre ambos y la película póstuma del ilustre Wes Craven.

Un crítico dijo que Wes Craven era capaz de lo mejor (‘Pesadilla en Elm Street’, ‘La Serpiente y el arco iris’, ‘Scream’) y de lo peor (una filmografía irregular con cintas tan prescindibles como ‘Bendición Mortal’, ‘Invitación al infierno’, ‘Visiones nocturnas’, ‘Las Colinas tienen Ojos II’, ‘Vampiro en Brooklyn’,..). Tal vez tuviera razón. En cualquier caso, Craven pasará a la historia como un cineasta que ha dejado huella en el cine de fantástico en más de una generación de espectadores, y por ser el padre del icono más popular –con permiso de los clásicos: Drácula, El Hombre Lobo...- del cine de terror: Freddy Krueger. Gracias amigo Wes por esas maravillosas horas de entretenimiento. Descansa en paz.

DAVID MUÑOZ

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