MOSES MALONE. El gruñón de la zona

Moses Malone (1955-2015)  se ha ido de la vida igual que cuando dejaba la cancha. En silencio, sin llamar la atención y dejando su marca personal impresa en todos esos aficionados que muestran interés por descubrir lo que queda fuera de la luz que dejan los focos. Mo no fue nunca un jugador de los que se guardan sus hits. Tampoco ha figurado en las listas estelares de casi ningún analista. No sabía promocionarse ni tampoco le importaba mucho. Memorables son esas entrevistas a pie de cancha en la que solo se le escuchaba un gruñido cuya transcripción equivalía a ‘dejadme en paz, ya hice mi trabajo’. Lo cierto es que Moses, el infravalorado Mo, creó escuela en el arte del poste bajo, tan en desuso hoy en día. Mo era de los que se fajaba allí donde realmente se deciden los campeonatos. Descubrió a muchos la importancia del trasero para ganar la posición. Coleccionó rebotes en base a su inteligencia, colocación y determinación. Su limitado físico nunca le obstaculizó. Así se ganó el respeto de esa familia que forma la liga de las tres letras. Moses debe saber que cuando la muchedumbre ponía posters en su habitación de Erving o Bird y quería comprarse las zapatillas de ese jovencito tan fotogénico llamado Jordan, había una minoría que solo deseaba verle pelear en la zona, capturar ese rebote ofensivo imposible y lanzar esa suspensión tan genuinamente suya. Con gente como Moses al lado, no importaba estar en primera línea de fuego, en el corazón de la zona, esa trinchera de la que el jugador de Virginia hizo su fortín y desde la que enseñó a unos pocos, a miles de kilómetros de distancia, a amar el deporte de la canasta. 

RAFAEL GONZÁLEZ

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