'JOBS' / 'MACBETH'. Ese talento apellidado Fassbender


CRÍTICA DE CINE

'Jobs' (Danny Boyle. Estados Unidos, 2015. 121 minutos)
'Macbeth' (Justin Kurzel Reino Unido, 2015, 113 minutos)

Que dos películas tan importantes hayan apostado por un protagonista tan peculiar como Michael Fassbender no es fruto del azar. Posiblemente sea el actor con mayor potencial que existe en la actualidad. Por muchos papeles que interprete jamás se le verán dejes similares a la hora de afrontar sus diferentes trabajos. La forma de interiorizar cada personaje es algo sublime y su entrega en cada acción no deja lugar a dudas de esa calidad interpretativa.


‘Steve Jobs’ parte de un potente guion del siempre particular Aaron Sorkin. Lo fascinante de la propuesta es lo concreta que es. Todo se centra en el momento anterior a tres presentaciones de Steve Jobs, pero lo más curioso es que no se trata de productos que tuvieron éxito. Es posible que se busque ahondar en ciertos aspectos humanos –o inhumanos-.  Aunque sea una película grande –en cuanto a presupuesto se refiere- ofrece un intimismo notable. Todo circula en torno a seis personajes y esto ya en sí mismo es una osadía fantástica. La concreción del guion es el arma más notable que posee el proyecto. Si a esto se le suma la entrega de Fassbender y de Kate Wislet solo se puede triunfar. Cada frase es tan natural como su interpretación, no hay excesos. La coherencia en el fraseo –que es brutal- ayuda a seguir esos momentos complejos que acompañan a cada personaje.


La dirección de Danny Boyle casi tira por tierra la propuesta de Sorkin. Su fascinación por el exceso solo sirve para intentar demostrar que su dirección debe estar por encima de la historia. No ha sabido absorber las palabras del guion. Cierta intimidad se ve vilipendiada por unos planos tan alejados de la historia como de los actores. Realizarlo todo con tres texturas distintas –cada parte sucede en años diferentes- era una idea brillante pero Boyle no ha sabido desarrollarla. La primera parte está realizada en 16mm, la segunda en 35 mm y la tercera en digital, con la siempre llamativa cámara Alexa. Esto no llega a concretarse del modo estético que la situación requería. Boyle parece apostar por un mismo canon de dirección y este se ahoga. El único motivo por el que subsiste es por la solidez de un guion sin fisuras –olvidemos el final Disney- y unas interpretaciones sobresalientes. ¡Lástima que todo cayese en manos de Boyle! Steve Jobs hubiese podido ser una película completa, pero se queda en una buena película lastrada por la falta de timón.

En ‘Macbeth’, Justin Kurzel, ha apostado por la estética muy por encima de la historia. La adaptación que se ha realizado de la obra del Bardo es demasiado insustancial para poder sostenerse por sí misma. Mabeth es posiblemente el personaje menos inteligente de todos los protagonistas escritos por Shakespeare y lo interesante es asistir a ese proceso de cambio interno que sufre a lo largo de la obra. El ansia de poder, la influencia, el anhelo, la culpa, la derrota, la muerte y el vacío. Poco de eso hay en la propuesta protagonizada por un excelso Fassbender. Optar por eliminar  casi en su totalidad el personaje de Lady Macbeth es un desatino casi sin precedente. Esta decisión lastra el devenir de una película que se mantiene por su exultante fotografía y su hipnótica y poderosa banda sonora. Lo demás, salvo pequeños aciertos, como la batalla inicial, la relectura de las brujas y las interpretaciones queda en un segundo lugar. La batalla  inicial, con ecos al ‘Enrique V’ (1989) de Branagh, está perfectamente filmada. Demasiadas secuencias oníricas y un abuso de la cámara lenta condenan aún más, una adaptación que se deja ver pero que tira por tierra un buen número de aportaciones que en la partitura de Shakespeare están perfectamente definidas.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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