'UNA CANCIÓN'. Melodías del desencanto



CRÍTICA LITERARIA

'Una canción'
Autor: Sergio Alberruche
Editorial: Megustaescribir (2015)
Páginas: 190

Es de celebrar la aparición de autores con propuestas tan sugerentes y poco condescendientes como la que ofrece Sergio Alberruche en su primera novela. ‘Una canción’ se presenta alérgico a convenciones en una lectura a doble cara. Por un lado el lector se encuentra ante una novela de tesis, en la que la filosofía del protagonista va embadurnando paulatinamente sus páginas hasta colorearlas de un gris oscuro moteado de un optimismo muy particular. Postulados vitales que llevan a una temática ‘peterpanesca’ de lenta cocción y que entronca en la línea de narrativa generacional, en este caso treintañeros a la huida de la felicidad. Enraizado, a veces en un segundo plano, aparece el otro perfil de la obra, más ligero y encaminado a engordar livianamente un argumento bien pertrechado por la prosa dinámica que brinda el autor

La trama de ‘Una canción’ se agarra con firmeza al carisma que desprende su protagonista. Es uno que podría ser tantos y de ahí su singularidad. Jairo es otro de esos antihéroes, solo que en esta ocasión él se ha buscado la etiqueta, el corazón apagado que hace vibrar una historia de no amor al revés. Sus pensamientos quedan reflejados tipográficamente en cursiva, del mismo modo que su coetáneo Solo escribía en servilletas de bar en otro de esos productos hermanados con el libro que nos ocupa, ‘Cuatro amigos’, de David Trueba. El nombre del escritor madrileño sobrevuela ‘Una cancion’, al igual que el de Enric Pardo (‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’). Son, como Alberruche, retratistas del aquí y ahora a un nivel introspectivo y que dejan que asomen los abismos para en ningún momento acercarse a ellos, puesto que el tono no deja de ser amable aunque los fantasmas del desencanto acechen. El clima político y social que crispa o más bien desespera a la actualidad no aparece descrito, pero se palpa en todo lo que rodea a Jairo y a los secundarios que le acompañan. Ayudan a construir esa atmósfera posmoderna inscrita en la crisis existencial las diferentes referencias musicales, literarias y cinematográficas empleadas e insertadas con acierto, para nada gratuitas. El título es en ese sentido expresivo en sus connotaciones con el mundo de la música, porque la vida de Jairo no deja de ser ese ‘backstage’ en el que sucede la rutina de casi todos. 

La primera novela de Sergio Alberruche es una acumulación de estrofas variadas y dinámicas, una banda sonora que a veces suena furiosa como The Ramones, otras desborda la amargura de Kurt Cobain y las menos suena dulce como una pegadiza melodía indie de The Kooks. Habrá que seguir las estrofas que para el futuro componga el autor guadalajareño, que apunta a que tiene mucho que contar, y seguro que mucho más lejos que esos horizontes emocionales que tan bien ha silueteado en su debut. 

RAFAEL GONZÁLEZ

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