'DIOS K'. El indignado excepcional



CRÍTICA DE TEATRO

'Dios K'
Autor: Antonio Rojano
Basada en la novela 'Karnaval' (Juan Francisco Ferré)
Dirección: Víctor Velasco
Naves del Español (Madrid)

Tomar como referencia la figura del controvertido Dominique Strauss-Kahn es un recurso que siempre funciona. En esta ocasión, se parte de la novela ‘Karnaval’ (2012) de  Juan Francisco Ferré, que sirve como base para adentrarse en las consecuencias de un supuesto abuso en un hotel. Abel Ferrara se enfrentó al mismo caso en su polémica película ‘Welcome to New York’ (2014). Ambos acercamientos son muy diferentes y, a su vez, se complementan. La salvajada planteada por Ferrara no da respiro, mientras que el texto de Ferré incluye un sentido del humor aplastante.

Strauss-Kahn forma parte de un lamento continuo. Su libertinaje y escarnio público se ve claramente reflejado en ese peregrinaje emocional de incomprensión por el que atraviesa ese canalla que se refugia en su estatus. Alberto Jiménez trabaja con consistencia el aplomo, el vicio, la incoherencia, la incomprensión, la súplica y el deseo. Por momentos la dirección de Víctor Velasco se vuelve un tanto excesiva y el personaje da vueltas sobre un círculo del que no tiene escapatoria. 

La puesta en escena posee en el espacio sonoro –ingeniado por el propio director– su principal aliado. Las partes musicales acompañan a todo ese deterioro personal de acusaciones, pérdidas, lamentos y orgullos siniestrados. El vídeo aporta mucho humor. Los dibujos y las reflexiones siempre se amoldan a ese esperpento vital que es lo que termina siendo Kahn.

Mona Martínez realiza un trabajo muy bueno al dar vida a todas esas personas que acompañan, de un modo u otro, en la aparente agonía mediática del francés. La actriz emplea una vehemencia controlada y dota a cada personaje de aspectos singulares para que se puedan diferenciar bien entre sí. El poder de su voz y de su aspecto da entereza a su función de maestra de ceremonias.  Ambos protagonistas se complementan bien. Alberto Jiménez se expone y defiende ese yo humano corrompido, apoyado siempre por una iluminación eficaz.

‘Dios K’ es capaz de conjugar humor, vejación, drama y consecuencia en una propuesta correcta, original y dinámica que debería tener más recorrido.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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