'HAMLET'. Nada


CRÍTICA DE TEATRO

'Hamlet'
Autor: William Shakespeare
Adaptación y dirección: Miguel del Arco

‘Hamlet’ es un texto que permite alterar sus elementos sin complicación aparente. Se puede reducir, adaptar o desordenar, sin que por ello sus giros dramáticos se alteren. El problema viene cuando se intenta estar por encima del propio autor, hecho que parece haberle sucedido al adaptador y director Miguel del Arco. Su comienzo –salvando esa asfixia fingida de Hamlet- es inteligente y reduce, en apariencia, una parte considerable del texto. Esta idea, bien planteada sobre una cama, con Ofelia y Hamlet como conversadores, pierde su  fuerza cuando posteriormente a lo dialogado se desarrolla lo mismo que se ha evocado. No solo no se reduce, sino que se repite. ¿Qué sentido tenía entonces la propuesta inicial? 

Perdido el espejismo inicial, se asiste a una adaptación que no es otra cosa más que un conglomerado de refritos imprecisos en los que el aspecto onírico pretende reinar por encima de lo planteado por el bardo. No existe fuerza alguna en ninguna de las acciones que se representan. Los momentos más reseñables son la escena con el sepulturero y el duelo con Laertes, no hay más. Tampoco ayudan las interpretaciones, salvo el personaje de Horacio –Jorge Kent-  y algunos instantes de Ofelia. Israel Elejalde sobreactúa de un modo tan feroz que ridiculiza las dudas del personaje transformándolo en una pantomima de ser humano. Daniel Freire compone un Claudio sin objetivos aparentes. Es un juego peligroso el no manejar la supresión del acento argentino –en este espectáculo por su doble rol - y éste va y viene ya haga de actor o de tío de Hamlet. Ana Wagener tampoco se encuentra en una Gertrudis perdida.  

Son los elementos escénicos los verdaderos triunfadores de la propuesta. Su empleo es correcto e ingenioso, pero es muy poco para salvar un espectáculo tan largo como innecesario. Del Arco termina ahogado en una propuesta fallida.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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