SIEMPRE AQUÍ, ALI


Nunca en mi adolescencia tuve un videojuego con el que pudiera pegar puñetazos con Mohamed Ali. Algo tan banal quizá determinara cierto desapego al boxeador estadounidense y una cercanía a otros más intrascendentes como James ‘Buster’ Douglas, a cuyo juego oficial en la Mega Drive regalé mis dos pulgares durante una época. Ese distanciamiento pudiera ser debido igualmente a que tampoco fuera un púgil, vistos vídeos y documentales, del que uno guarde en la memoria sus mejores bailes y golpes en el ring. Todo lo remató el que probablemente sea uno de los peores ‘biopic’ de la historia del cine, perpetrado por Will Smith en alianza con Michael Mann. 

El paso del tiempo y algo de madurez me hizo ver que lo mejor de Ali no estaba entre las cuatro cuerdas. Lo eterno de Cassius Clay no es un mordisco en la oreja, una victoria imposible, una colección de KO’s o el arte al servicio de la mitificación del deportista. Lo que perdurará es su persona y pensamiento, lo que hizo y dijo donde de verdad uno debe demostrar la valentía, en el día a día y delante de quien le haga frente. La imagen de sus últimos años, azotado por el Parkinson, le hizo todavía más cercano. Mohamed Ali no era invencible, como todos, pero será eterno, como nadie. 

RAFAEL GONZÁLEZ

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