'JASON BOURNE' / 'NERVE'. Buscando en el baúl de los recuerdos


CRÍTICA DE CINE

'Jason Bourne' (Paul Greengrass. Estados Unidos, 2016)
'Nerve' (Henry Joost, Ariel Shulman. Estados Unidos, 2016)

La mano de Paul Greengrass se agradece en todas aquellas historias convulsas y tensas. Su estilo siempre en movimiento consigue que el espectador asista con cierta tensión a esos vericuetos que la historia desarrolla. En esta última entrega del hombre sin aparente memoria  no le ha salido bien la jugada. Partiendo de un guion sin mucho sentido y en el que el propio Bourne sale menos que en ocasiones anteriores, la historia no termina de cuajar. Demasiados líos que se intentan acomodar a unos recuerdos que ahora parecen regresar. Ya no hay secretos y eso destruye esa maravillosa incógnita que conseguía que las películas protagonizadas por Matt Damon tuviesen una parte enigmática que las hacía más interesantes. Se busca en esos recuerdos que no estaban tan desaparecidos como se pretendía. Ya no hay incógnitas y el quién soy yo pierde su efecto.

La falta de trabajo en la historia es alarmante. Han buscado los mismos códigos –quien se solidariza con Bourne, el malo malísimo, los secretos- para componer una fábula maltrecha que solo es un refrito de acción poco efectiva. El pasado, las operaciones encubiertas, las pruebas, los engaños, las traiciones, las muertes, el dinero y los secretos. Todo lo que articula Greengrass es muy poco sugerente. Evidentemente es el dinero el que ha hecho que la saga continúe. Es el que marca las películas que deben hacerse. La sala llena. Objetivo cumplido. 

‘Nerve’ parte de una premisa en la que un absurdo juego de pruebas es llevado al extremo. La propia idea puede resultar interesante para esos adolescentes o adultos adheridos a sus dispositivos móviles y jugando o siguiendo a todo tipo de chorradas. En el caso de la película el juego de las pruebas tiene recompensa económica. Nada nuevo aporta a la trama ni a la dirección. Es entretenido el empleo tramposo que realiza de la tecnología. La historia repleta de idas, venidas, traiciones, enamoramientos, muertes, reglas, más reglas y deseos de juventud está mal hilvanada. Todo es tan sencillo que resulta irónico. El recuerdo siempre presente por un pasado que lleva dolor, pero esto no es más que un añadido sin fuerza. Evidentemente no es un proyecto en el que se apueste por un libreto cuidado o unas interpretaciones resolutivas. Eso queda a un lado. Lo interesante es relatar una historia en el que los móviles, los retos y los actores guapos campen a sus anchas y que la adrenalina abrace al deseo y así conquistar al público. Su montaje dinámico ayuda a generar ritmo y poco más.

Dos películas más en un verano sin talento cinematográfico.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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