'SECUESTRO'. Rehenes del tedio



CRÍTICA DE CINE  

'Secuestro' (Mar Targarona. España, 2016. 105 minutos)

Todo es inmaculado en ‘Secuestro’. Negativo, cuando el conjunto demandaba aspereza, negrura, opacidad. Se le ven pronto las costuras a este ‘thriller’ laberíntico que toma impulso del buen hacer de similares como ‘El cuerpo’ o ‘Hijo de Caín’. Le cuesta ensamblar parcelas y cada cual vuela libre y desatada a su aire. El guion juega a la carambola, saltando entre temas espinosos sin radiografía ninguna. La música no da respiro y suena hasta en la intrascendencia. Hay también un plantel de actores de primera fila que defienden como pueden arquetipos y no personajes de piel y hueso. Da lástima ver a alguno de estos intérpretes, como Nausica Boonín, con un papel que no significa nada. 

La puesta en escena muestra tanto oficio como frialdad. Gelidez en definitiva produce este ‘Secuestro’, que ni reclutando a actores de demostrada solvencia puede salir adelante. No funciona en ninguna de sus áreas, ni siquiera fiando su interés a los giros de un guion repleto de trampas. Da incluso la sensación de estar ante un episodio más de una de esas series de abogados inmersos en tramas hiperbólicas que juegan a manejar los hilos de una sociedad mientras asisten a la demolición de su vida privada. 

‘Secuestro’ se queda como un anodino trabajo que apenas cumple los mínimos para saltar a la gran pantalla, otro empaquetado de olor telefilmero con demasiadas pretensiones. Al tratar de hablar de una colección de problemáticas que exigen profundidad, desde el acoso escolar hasta la corrupción judicial, lo único que hace es dejar al descubierto la fragilidad de su estructura. 

RAFAEL GONZÁLEZ

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