'UN ENEMIGO DEL PUEBLO. (ÁGORA). Amigos, votaciones, Ostermeier y poco teatro




CRÍTICA DE TEATRO

'Un enemigo del pueblo. (Ágora)'.
Basado en la obra de Henrik Ibsen.
Dirección: Álex Rigola.
Teatro Kamikaze (Madrid)

Álex Rigola consiguió ofrecer un espectáculo notable con ‘Vania’. A partir de ese instante la fórmula de la propuesta se ha repetido con ‘Who is me. Pasolini (Poeta de las cenizas)’ ―bien― y con ‘Un enemigo del pueblo’ ―muy mal―, agotando en sí misma la idea. La propuesta con esos ingredientes aparentemente metaficcionales, en la que los actores se llaman por sus nombres reales no tiene ningún calado. La misma es teatro narrado por actores que narran al espectador lo que sucede, salvo  en algunos instantes donde puede apreciarse conflicto y acción-reacción ―los menos―. 

Rigola escribe una adaptación libre de la obra, pero la misma casi ni es una propuesta propiamente. ¿Cómo llenar más de una hora con un texto que no pasa de los 30 minutos? Jugando a hacer una performance social con la intervención del público. Votaciones y más votaciones. La primera ―de casi unos 20 minutos― en la que se juega a decir que los responsables del Teatro Pavón Kamikaze no pueden ser libres porque si opinan no les dan subvenciones… que si pobrecitos… que si la libertad de expresión…. Total, para decidir si se sigue con la obra o no. Se puede entender que el día del ensayo general saliese que no se continuase con la misma, pero no cuadra que esto se repita debido al precio que tienen las entradas. Tras eso, y el eterno conteo de las votaciones, comienza la obra, que si Isra ha descubierto, que si el transgresor periódico ―de nombre tópico, Public Enemy― le publica lo que escribe, que si la alcaldesa… Lo que es el aspecto teatral de esas narraciones y alguna conversación entre actores que no para la galería, como es la constante, sí puede ser dinámico, pero es más una alucinación que una realidad de la propuesta. Esta se pierde completamente cuando ofrece la palabra al espectador. Son más de 20 minutos de reflexiones sobre si Isra ―Elejalde― es un enemigo del pueblo o no lo es. Puede entenderse en un encuentro con el público, pero no en una obra que parece que lo que busca es arañar minutos para traspasar la hora de duración. Lo consigue, claro. 

Llama la atención que lo planteado por el director catalán sea similar o casi a lo realizado por Ostermeier en Berlín. Pizarra, dibujos, mesa… ¿casualidad? ‘Un enemigo del pueblo. Ágora’ es una obra pretenciosa e ineficaz que se pierde en la falta de un planteamiento consistente. Las interpretaciones son correctas en esa búsqueda de naturalidad, el problema es… ¿qué quieren contar?

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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1 Comentarios

  1. Yo incluiría otra crítica más política a lo que dice mi compañero Iván. Para votar hay que haber pagado primeramente los 20 euros de la entrada, con lo que estaríamos ante una especie de sufragio censitario. Si sale que no en la votación la obra se acaba y se inicia una especie de asamblea. Pero atención, el dinero no se devuelve con lo que nos encontramos ante una asamblea entre un grupo que cobra y otro que no que puede desembocar a bote pronto en dos situaciones:
    -Unos asambleístas profesionales frente a alguien que ha tenido que pagar.
    -Unos asambleístas clientes frente a otros empleados.
    En ambos casos se pervierte el carácter mismo del debate y la asamblea.

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