'LA TRAMPA DE LA DIVERSIDAD'. Temblores y banderas




CRÍTICA DE LIBRO

'La trampa de la diversidad'
Autor: Daniel Bernabé
Editorial: Akal
Páginas: 256
Año: 2018



Abordar el libro de Daniel Bernabé supone enfrentarse a todo un ruido mediático, artículos de intelectuales y jefes de formaciones políticas, puñaladas en Twitter, acusaciones a la totalidad tras leer dos párrafos, respuestas más o menos bruscas de su autor, defensas enconadas, extraños aliados, vítores y muchas ventas. Porque 'La trampa de la diversidad' es quizás uno de los acontecimientos políticos-culturales del año y que en el momento de escribir esta reseña va por la sexta edición sin contar con el apoyo de ningún grupo mediático (si no ha salido en el Babelia no merece relevancia alguna, siguiendo el criterio de cierto novelista).

Bernabé ha llegado en el momento justo para tratar un tema que se llevaba un  tiempo discutiendo de forma esotérica, un runrún que se iba propagando en redes sociales entre obreristas y diversos (dicho de una forma exagerada puesto que había mil matices). De hecho, uno no puede dejar de pensar que el título ha actuado como una especie de clickbait involuntario (o no) que ha logrado atraer a los críticos más feroces y las disputas más polarizadas.

En realidad el libro no afirma que la diversidad sea una trampa, más bien trata sobre los mecanismos con los que el capitalismo de seducción es capaz de atraer para sí y cooptar las diversas identidades y lanzarlas al mercado de la competitividad atomizadas y por separado. Habla de cómo mucha parte de la izquierda, tras la derrota contra la ofensiva neoliberal encarnada en Thatcher y Reagan, se ha refugiado en lo meramente simbólico y solo es capaz de plantear batallas culturales que en muchos casos solo son polémicas laterales.

Para defender esta tesis Bernabé no plantea un texto ensayístico y académico al uso, sino que ha optado por un estilo más propio de un artículo de opinión, lo que hace que pueda ser más accesible y apetecible para un grupo amplio de público, además de imprimir un ritmo ágil y ameno a la exposición de argumentos que hace que la lectura sea amena y el lector se enganche. El uso de numerosas referencias pop y de la cultura popular ahonda en estas cualidades y aumentan el interés.

Evidentemente, al renunciar al ensayo, muchos de los hechos que da el autor no se ven respaldados por  datos o documentos. Esto hace que por momentos pueda perder algo de consistencia, ya que al presentar el autor como verdades lo que son meros recuerdos u opiniones da una cierta sensación de suficiencia. Un ejemplo es cuando aborda las manifestaciones antiglobalización, a las que retrata como una amalgama de opiniones diversas y peregrinas mientras que obvia la huelga de estibadores en la batalla de Seattle o la unión de sindicalistas con ecologistas.

Otro de los aspectos que no terminan de jugar a favor del texto es el empeño de su autor por recordarnos que no se trata de un ensayo y que ciertos temas que enuncia no son el objeto de discusión del libro, tanta apelación al lector es repetitivo.

Bernabé va exponiendo numerosos casos donde las políticas de identidad han sido absorbidas por el sistema de mercado. Sitúa fundamentalmente el origen en la derrota de los ideales del 68 y en la consiguiente ola contrarrevolucionaria neoliberal, en ese deseo que los antiguos revolucionarios blancos y provenientes de la clase media tienen de diferenciarse de aquella sociedad que no han podido cambiar y en cómo este anhelo se plasma en el consumo y en la creación de una potente identidad cultural, en un fuerte individualismo.

Así, la izquierda, incapaz de ser algo más que una mera gestora del sistema, una gestora más social pero inhabilitada ya para discutir el sistema, solo puede rebatir a la derecha ciertas costumbres sociales y al ir abandonando cada vez más la cuestión de clase entra en un juego de identidades y en un mercado de opresiones. Interesante es la observación que se hace del uso del término privilegio en esta competición, de cómo se puede convertir a un trabajador explotado en un privilegiado opresor solo por una identidad que no ha elegido y gozar de unas ventajas  de las que no es responsable, de cómo este término es un síntoma de un profundo individualismo y cómo esta reclamación de revisión de privilegios se hace desde posiciones de poder, neoliberales y desde una élite que vive en una burbuja cultural.

Al autor no se le puede reprochar que los ejemplos que da son ciertos y pueden ser certeros. Lo que sí se le puede reclamar es que algunos de los casos que usa para reforzar sus tesis son parciales, que los ha escogido precisamente porque le dan la razón ignorando otros muchos que le contradicen. Esta sensación aumenta al final del libro, donde parece abandonar su tesis inicial en la que no ve contradictorio la cuestión de clase con cualquier otra cuestión de identidad. También se le puede reprochar que en muchos casos ha sido el propio movimiento obrero consciente el que ha apartado a esas identidades con actitudes profundamente machistas, racistas y homófobas, en muchos casos con una violencia terrible. 

'La trampa de la diversidad' es un libro que ha generado un debate, algo que siempre debería celebrarse, que expone certeramente algunos de los problemas graves de la izquierda desde un punto de vista de clase. Un texto que no rehuye el conflicto y al que quizás le sobren algunos golpes de manos sobre la mesa y algunos amagos de caricaturización.

BENJAMÍN JIMÉNEZ DE LA HOZ

Publicar un comentario

0 Comentarios