'NEKRASSOV'. Como si fuera hoy



CRÍTICA TEATRAL

'Nekrassov'
Autor: Jean Paul Sartre
Dirección: Dan Jemmett
Teatro de la Abadía (Madrid)

Un funcionario de la Unión Soviética estalinista ha desaparecido o ha huido, un famoso estafador en horas bajas al que le pisa los talones un inspector mediocre, un periódico progubernamental que necesita urgentemente aumentar sus ventas y para ello está dispuesto a cualquier cosa, empleados que colaboran en mayor o menor grado con ese propósito, exiliados rusos, candidatas políticas que agitan el fantasma de la guerra. Todos estos elementos concurren en el París de la Guerra Fría.

Sartre escribió una única comedia donde se separa del existencialismo opresivo que se le supone en sus obras. 'Nekrassov', que fue escrita en 1955 y con una duración de unas cuatro horas y 28 personajes -aquí reducidos a 13 y a dos hora y cuarto-,  trata de una problemática que hoy en día está de actualidad, tal es el caso de las fake news y la manipulación de las masas a través de ellas. En este caso, Soir à París, periódico conservador progubernamental que cuenta con una página dedicada a noticias, más o menos inventadas, contra el comunismo, decide aprovechar la desaparición del ministro Nekrassov para, sin preocuparse mucho de corroborar las fuentes, influir sobre el resultado de unas elecciones y a la vez aumentar sus ventas en crisis infundiendo miedo a la burguesía. Esta necesidad, y deseo, será aprovechada por el estafador de Varela para sacar partido haciéndose pasar por el funcionario soviético.

Una comedia ácida que dispara sobre los medios de comunicación, una clase media poco crítica, unas instituciones demasiado pendientes del beneficio propio y de los intereses de Estado. Un texto que quizás hubiera necesitado podar el romance del estafador pues no aporta nada y lo envejece un poco. Dan Jemmett, en este su tercer montaje para la Abadía, encaja muy bien el texto en un ritmo ágil y trepidante con continuas salidas y entradas de personajes, diálogos cortantes y cambios de espacio que dotan a la comedia el aire del mejor vodevil y recuerdan a los montajes de Billy Wilder, especialmente a 'Un, dos, tres' y 'Primera plana'.

El trabajo de los actores es excepcional en conjunto, manteniendo todo el juego trepidante de persecuciones y engaños, en un registro premeditadamente teatral que, junto con esa escenografía de una burguesía aspiracional, aumentan el ambiente de la farsa y ambición a la que juegan casi todos los personajes. 

Nekrassov, al plantear la cuestión de la manipulación informativa y el uso espurio de las palabras democracia y libertad de expresión, llega en un momento muy oportuno. Una comedia que juega a ser representada como se hacía antiguamente, exagerando la expresividad tanto verbal como gestual, pero que hoy en día podemos reconocer en cualquier tertuliano o político salvador de la patria. Jemmett ha armado un montaje ácido, ágil, divertido y que se apoya en un gran trabajo actoral.

BENJAMÍN JIMÉNEZ 

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