BIBI... AL FINAL NO NOS VIMOS




OPINIÓN

La primera vez que vi a Bibi Andersson fue a mis ocho años -qué de cosas me sucedieron a esa edad-. Mi padre trajo a casa ‘El séptimo sello’ de Ingmar Bergman y allí estaba ella.  Siempre me encantó. Su versatilidad interpretativa me cautivó en tantas travesías por el mundo bergmaniano. Recuerdo con hipnotismo su difícil papel en ‘La carcoma’ y cómo siempre de un modo u otro ha estado en mí. Cuando conseguí una pequeña financiación para lo que iba a ser mi primera película, con un guión basado en ‘El pelícano’ de August Strindberg -¿Qué otra obra podría ser?- no dudé en ponerme en contacto para ofrecerle el papel a Bibi. Le escribí una carta repleta de admiración y entusiasmo. Le explicaba cada paso del guión y los motivos que me habían llevado a tomar todas las decisiones y lo fácil que me había resultado escribir con ella en la cabeza. Pensé en Bibi cómo entelequia que me facilitase la escritura. ¿Qué le diría en las pausas de rodaje? ¿Le preguntaría por Ingmar? ¿Me hablaría de Elliott Gould? ¿Cómo fueron los días en Malmö? Quería indagar en todos aquellos personajes que me habían acompañado a lo largo de mi vida. Incluso tenía ensayado un baile con la música que salía en ‘Pasión’: ‘¿qué es aquello que devora lo mejor de nosotros dejando solo la concha?’ Al cabo de una semana recibí una llamada de Bibi. Con un español titubeante, conseguimos hablar en inglés, el mío inestable. ¡¡¡Era Bibi!!! Me habló del guión y de mi carta. Se había reído mucho y me aseguró que le hice recordar cosas que creía tener olvidadas. Quería estar en mi película. Hablamos del personaje y de la adaptación. Era maravilloso ir de la mano de Bibi en la propuesta.  Era ella. La conversación duró una hora y doce minutos. Colgamos y apunté todo lo que pude recordar. Pensé que esa charla podría dramatizarla. Proyecto que no hice -uno más-. Naturalmente la película no salió y eso que teníamos a Bibi. Los productores españoles decidieron que no ¡qué raro! Quedamos en hablar y en emplazarnos en otra aventura, pero la misma no llegó. Siempre revisito sus películas y detengo algunas escenas. 

¡Qué pena que no estás ya! No te conocí, pero es cómo si lo hubiese hecho. En mi último viaje a Estocolmo quise verte, pero ya no estabas bien. No me importaba, pero aun así, no me dejaron. Te escribí otra carta, no contestaste. Poco a poco os habéis ido muriendo todos lo que realmente me incitasteis a intentar algo en el mundo de la imagen. En realidad, ya queda poco por lo que luchar en ese mundillo. Bibi, te conocí y no te vi. Te añoraré, pero prometo dramatizar nuestra conversación. ¿Qué actriz me recomiendas para que haga de ti? 

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

Publicar un comentario

0 Comentarios