'ADÚ'. Buscando vivir




CRÍTICA DE CINE


'Adú' (Salvador Calvo. España, 2020. 120 minutos)


El visionado del tráiler y el enfoque de la campaña que ha publicitado ‘Adú’ incitaba a levantar una previsora barricada ante lo que venía. La posibilidad de envolver en tono mainstream y de forma liviana un tema como la inmigración, tan delicado y más en estos tiempos de cuestionamientos, bulos y en los que es utilizada como arma arrojadiza en la más sucia de las trincheras, admitía todo tipo de cautelas. Al final ‘Adú’ se revela cumplidora, lejos de ser una película importante y llamada a reivindicar, pero sí convincente en su faceta de aunar entretenimiento con una relativa sequedad en su tratamiento del tema. La mayor problemática que encuentra es su indefinición genérica, puesto que se desliza entre la aventura y la crítica social sin terminar ni querer posicionarse o apostar con determinación por una de las vías. El guion se bifurca en tres historias y el hecho de colocar en una de ellas, la más externa y menos identificable con el núcleo, a rostros de mayor peso comercial, parece en ese sentido un peaje para poder maquillar la crudeza, reducida en su paso por pantalla, de los otros dos relatos, que sí se sitúan en el centro del radar del tema migratorio.

El desequilibrio en 'Adú' es notorio, al igual que una acentuada tendencia a telefilm. Solo golpea y se sale de los márgenes de lo asumible para el gran público en dos instantes dramáticamente brillantes. El primero es ese arranque en la valla, que no ahorra en angustia y adelanta un tono áspero que después no se mantiene a excepción de la escena del avión. La otra escena pasa casi de puntillas, pero sin duda y aunque sea breve, supone una de las raras veces en las que se expone en pantalla uno de esos agujeros en el cumplimiento de los derechos humanos en España, las denominadas devoluciones en caliente. Que sea un menor el que la sufre violenta todavía más, sujeto a la mayor de las indefensiones.

El peso principal de ‘Adú’ recae en la historia de ese niño camerunés, pequeño héroe en la senda de otros como Saroo de ‘Lion’, obligado a un incierto viaje a territorio desconocido y repleto de peligros por el camino. Aunque en ocasiones se roza el melodrama, con ese uso un tanto abultado de la música, el guion se maneja bien sin llegar a tropezar en sentimentalismos ni en una visión descarnada de la desgracia. Adú, sin olvidar a su hermana, son el pilar del largometraje, por eso las otras dos historias son como afluentes menores. A la de la valla de Melilla le falta grosor en su tratamiento, puesto que material de partida había y suficientemente jugoso, mientras que la que protagonizan Luis Tosar y Anna Castillo queda reducida a una problemática familiar  y, a pesar de estar bien cerrada y de entender su intención –el triángulo cooperantes, ONG’s y África-, es la más descafeinada y menos impactante dentro del conjunto, como una concesión a la sentimentalidad.

Después de propuestas tan ambiciosas como superficiales como la reciente ‘El cuaderno de Sara’, ‘Adú’ se muestra solvente en su acercamiento a aquellos que buscan la oportunidad de vivir a distancia de la muerte. Lejos todavía de retratos tan profundos como ‘La pirogue’ sí deja constancia del nivel competente de un director como Salvador Calvo y se significa como un notable primer paso desde la ficción a la hora de tratar una realidad que ya es incuestionable por mucho que se niegue o rechace.

RAFAEL GONZÁLEZ

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1 Comentarios

  1. Creo que el tratamiento multipolar de la película aleja a esta de un maniqueísmo social que no me hubiera gustado. No es un panfleto, el espectador se queda con el mensaje y decide. El debate no es fácil ni sencillamente transmisible. Un guardia civil dice algo muy interesante y es que de África huyen los sanitarios, los profesores, los profesionales, todos los ilustrados cuando son tan necesarios allí. ¿Por qué no se quedan para intentar solucionar sus problemas? La valla es el mensaje para decirles que su lugar está en su punto de partida. No sé qué mensaje más contundente hubieras anhelado pero yo me vi comprometido pero no condicionado para adoptar una conclusión que no es evidente.

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