Elisa Ferrer: "Escribir 'Temporada de avispas' fue un proceso largo en el que sufrí y también gocé muchísimo"


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ENTREVISTA A ELISA FERRER, ganadora del XV Premio Tusquets 2019 por 'Temporada de avispas'

Por Iván Cerdán Bermúdez

Recuerdo con cariño nuestras primeras conversaciones acerca de guiones, películas, cortos y proyectos. En ese entonces habías adaptado el texto de de Loriga, El hombre que inventó Manhattan. Ahora, muchos años después, me sorprendes con tu primera y galardonada novela. De hecho, en el texto se puede apreciar una estructura muy clara y la misma ofrece un aspecto muy visual. ¿Tu proceso de creación se asemejó a lo que puedes realizar en guion? ¿Cuándo empiezas a escribir ya eres consciente del género al que va a pertenecer? 
Madre mía, Iván… Escribí esa adaptación hace muchos años (en 2007, en la Escuela de Cine) para el taller de adaptación cinematográfica que impartía Juan Tébar. Ha llovido mucho desde entonces, si encontrara ese documento creo que me moriría de vergüenza… 
Pero volviendo a la actualidad, la verdad es que mi proceso de escritura literaria es bastante distinto al cinematográfico, pues con el guion sigo el camino lógico que va de la sinopsis al guion pasando por la escaleta. Por tanto, desde el principio sé a qué género va a pertenecer la película o corto que estoy escribiendo. Con la novela, en cambio, empecé a escribir por un impulso, a escribir algo que no sabía muy bien lo que era y que, pronto, se convirtió en un cuento. Un cuento sobre la precariedad protagonizado por un personaje, Nuria, con cuya voz me sentí muy cómoda desde el principio. Tanto, que tras este escribí otro cuento protagonizado por ella. Y otro, y otro, y otro… 
Me dieron una beca para estudiar un máster de escritura creativa en español en The University of Iowa y cuando llegué allí tenía cuatro cuentos protagonizados por Nuria en lo que yo definía como libro de relatos con la misma protagonista. En uno de los primeros talleres una compañera del máster me dijo, “Eli, déjate de eufemismos, esto es una novela”. Supongo que, mientras escribía en Madrid me engañaba a mí misma, pues al disponer de un tiempo tan fragmentado para sentarme a trabajar, pensar en una novela se convertía en un muro. En cambio, pensar en cuentos me ayudaba a sentarme frente al texto sin tanta presión. Ya en Iowa, y con dos años por delante para trabajar en el libro, asumí que lo que tenía entre manos era una historia de largo aliento y consciente de cuál era el principio y el final, seguí escribiendo. La historia me iba sorprendiendo a medida que la escribía y el género también se gestó en este proceso, sin que fuera nada premeditado. Fue una delicia tener tanto tiempo para escribir, para reflexionar sobre lo escrito. 

Novela de ausencias, de miedos, de secretos, de fracasos, mentiras, decepciones y búsquedas. Jamás la narración se ahoga en un elemento trágico, pese a todo ese periodo vital que atraviesa Nuria, una protagonista que tiene un arco muy bien marcado y se aprecia ese cambio en ella en todas sus facetas y relaciones, fundamentalmente con la madre. Quizá hacia el final se observa una madurez y un reencuentro consigo misma para poder dar ese paso más y salir de esa vorágine de confusión. ¿Cómo trabajaste el personaje? 
Nuria nació y creció a medida que escribía. Poco a poco su voz me iba revelando cosas sobre ella y, enseguida, supe que este personaje necesitaba una historia de superación, de redención, de reencuentro consigo misma. Y ese fue el arco que me propuse para trabajarla. También intenté que se fuera viendo su evolución de manera sutil a través de su voz, de sus actos. 
Uno de los rasgos fundamentales con el que quise dotar a Nuria fue su sentido del humor, su mirada irónica. Enfrentarse a una historia tan dramática con una protagonista que se dejara caer en la autocompasión, me parecía un error. Su sentido del humor, que es el mío, de algún modo la redimen. Y, creo, la dotan de carisma y cercanía. 

Ligada con la anterior pregunta, me gustaría darte la enhorabuena por los diálogos que componen la novela. Es de agradecer que en el género se dialogue bien y fluido. No suele ocurrir a menudo. La conversación con Laura está muy bien hilada y pese al dramatismo de la misma jamás se regodea en elementos demasiado melodramáticos. Puede ser que como lector añorase más encuentros físicos entre las dos. Es cierto que se genera cierta complicidad entre ambas con esa caja en el hospital de la que no voy a revelar nada. Hay un momento que casi pensé que jugabas u homenajeabas a la figura del doppelgänger. Lo digo porque en cierta medida noto que, de un modo u otro, ambos personajes terminan pareciéndose, o esa es mi sensación. 
Qué curioso. Nunca pensé en homenajear a la figura del doppelgänger con estos personajes. Lo que sí que es verdad es que no quería que se mostrarán muchos más encuentros entre ambas y sí que se percibiera en el subtexto como iba creciendo esa complicidad (complicidad, que no amistad). Quería que Laura comprendiera poco a poco la situación vivida por Nuria y fuera capaz de empatizar con ella. 
En lo que respecta a los diálogos, mil gracias por tus palabras. Su escritura tiene mucho trabajo detrás. Los releí muchísimas veces en voz alta, me grabé, incluso, para escucharlos y pulirlos hasta que resultaran naturales y fluidos. Creo que los diálogos deben de transmitir autenticidad, vida, y mi empeño se centró en conseguirlo. 

El texto se maneja muy bien entre tiempos y el lector nunca se pierde. Escribiste cada parte de modo independiente o ¿ya en su estructura sabías bien cómo insertar ese vaivén de vivencias, anhelos y terrores pasados?
Escribí la novela por orden, un capítulo detrás de otro, excepto un par de los capítulos de la infancia que escribí al final, pero de los que ya tenía muy claro qué iba a ocurrir y cómo. 
Al principio no sabía muy bien hacía dónde iba a ir la historia y mientras escribía iba viéndola cada vez más clara, hasta que llegó un momento en el que supe cuál sería el final, pero me atranqué en el segundo acto. Escribí poemas para desengrasar y cuando volví a enfrentarme a la novela, seguí por donde la había dejado, como una carrera de fondo, hasta llegar al final. En la reescritura encajé algunos elementos de la historia e incluí otros. Fue un proceso largo en el que sufrí muchísimo, pero claro, también gocé muchísimo. 

Hay una radiografía también del mundo laboral y el hilo tan fino que hay para que todo lo que tienes se venga abajo. Pese a una situación tan incómoda consigues sacar humor. Eso ofrece vida al texto y su modo de plantearlo es muy ágil narrativamente. ¿Cómo fue trabajar con esas ideas?
Aunque esta es una novela de ficción en la que cuento vivencias familiares muy alejadas de las mías, en lo que respecta a la precariedad laboral, sí que viví situaciones injustas e incómodas. Situaciones a las que, aunque me frustraran, siempre me enfrentaba con sentido del humor. Supongo que por eso fue natural incorporar este humor a la voz de Nuria, una voz que trabajé mucho, del mismo modo que los diálogos, para que sonara natural, no impostada. 

Hay un fenómeno muy curioso con el Máster de escritura creativa en Iowa. Si nos fijamos en muchas de las novedades literarias de los últimos premios, algunos habéis cursado el máster. Es más, Ana Merino acaba de ganar el Nadal. ¿Es mágico? Fuera de bromas. ¿Cómo es el Máster? ¿Fuiste trabajando la novela a medida que cursabas el Máster?
Iowa City está en el mapa desde hace unos meses y eso me hace feliz porque, la verdad, es una ciudad que lo merece. Es absolutamente mágica. Un enclave idílico en el que el bosque que fue sigue creciendo entre las casas, sigue habitado por conejos rollizos con los que te cruzas de vuelta a casa, por ardillas ojipláticas, mapaches enormes, incluso ciervos. Una ciudad en la que vivieron y escribieron escritores de la talla de Flannery O’Connor, Carver, Cheever o Vonnegut. Un oasis en medio de un manto de granjas y campos de maíz en el que bulle la cultura. 
Todos los alumnos del máster están becados a cambio de impartir clases de español en la universidad y los de primero y los de segundo comparten los talleres de escritura. Una vez por semana hay taller de narrativa con Horació Castellanos Moya y taller de poesía con Luis Muñoz o Ana Merino (depende del año), en esos talleres se trabajan dos textos de dos compañeros. Así, a medida que trabajas en tu tesis, que puede ser un libro de poesía o una novela de ficción o no ficción, no dejas de lado la narrativa o la poesía. En mi caso, mi tesis fue Temporada de avispas y aparte de ir tallereando los capítulos con los compañeros, tuve la suerte de tener a Horacio como director de tesis y editor brillante. También asistimos a clases de teoría literaria y a los seminarios que imparten escritores norteamericanos en el Dey House, cuna del prestigioso máster de escritura creativa en inglés.  

Para cerrar. Me ha llamado mucho la atención el agradecimiento final a Eduardo Halfon: “porque con él aprendí a leerme con otros ojos” Para mí, Halfon es uno de los escritores más significativos y brillantes a los que sigo. ¿Te dio clase? ¿Qué te dijo?
Eduardo Halfon fue nuestro profesor del taller de narrativa en el semestre de otoño de 2018 porque Horacio Castellanos Moya se encontraba en México escribiendo su novela. El taller de Halfon se centró mucho en la edición del texto. Sus clases me ayudaron a detectar cómo a veces abusaba de algunos rasgos propios de mi estilo. También me impulsó a seguir con la novela. Le interesaba la historia, el personaje. 

¿Qué estás escribiendo en estos momentos?
La verdad, la vorágine en la que he andado inmersa desde que volví de Iowa en julio me ha dejado poco espacio y poco tiempo para escribir. Pero ahora, que empiezo a estar un poco más ubicada, ando tomando de notas de algo nuevo que, como ocurrió con Temporada de avispas, no sé muy bien en qué se va a convertir. Lo que sí tengo claro es que la historia va a transcurrir en València, donde he vuelto a vivir después de trece años, y estará protagonizada por mujeres. 

Muchas gracias, y enhorabuena por tu novela que quizá veamos en cine. ¿Te atreverías con la adaptación?
Mucha gente me dice que ve claramente una película. Yo estoy tan pegada a la historia que no puedo ver a Nuria encarnada por una actriz porque nunca se parecería a la que gesté en mi cabeza. Así que no creo que fuera capaz de adaptarla, pero la dejo a disposición de grandes amigas guionistas que sé que pueden hacer maravillas con mi novela.

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