'RENACIMIENTO'. Montaje en desescalada


CRÍTICA DE TEATRO

'Renacimiento'
Compañía: La Tristura
Creación: La Tristura
Teatros del Canal (Madrid). 
Julio de 2020

La pandemia y su correspondiente confinamiento desde el 18 de Marzo ha supuesto un golpe duro y desconcertante para un buen número de actividades económicas y empresariales de este país. Una de estas actividades que el Covid-19 ha pillado a contrapié y descolocada ha sido el teatro. 

Bien por sus características intrínsecas que impiden el teletrabajo, o lo dificultan mucho, y necesitan de la cercanía presencial de sus “clientes” (no parece que el teatro vaya a desarrollar el streaming en plataformas de video-reunión por muchos elogios que se recibieran al principio, más fruto del entusiasmo y la buena voluntad que de un interés sincero), bien por su escaso desarrollo como industria al uso y su precariedad y temporalidad laboral, bien porque sus márgenes de beneficios y explotación siempre son muy ajustados, o bien por el desinterés institucional que suele provocar. El caso es que los meses de cierre y parón han supuesto, y van a suponer, una prueba muy dura para muchos de los proyectos privados teatrales.

Es por ello que se viviera con cierta urgencia el que se reanudara la actividad teatral como síntoma de vuelta a una normalidad. Como si la normalidad prepandemia fuera tranquilizadora. Y las urgencias no suelen ser buenas, sobre todo cuando estrenas un espectáculo nuevo apenas diez días después del fin del decreto del Estado de Alarma.

Quizás una de las cosas que enseguida llaman la atención del último montaje de La Tristura es la evidencia de no de estar asentado hacia un camino, hacia una propuesta más o menos reconocible. No es que le falte ritmo o rodaje, es que denota una falla de inspiración, como si el parón hubiera hecho replantearse la propuesta pero no se hubiera tenido tiempo de encajar la actualidad reciente con lo que se tenía armado, quedando todo a medio camino.

El intento de encajar el confinamiento cuando partes de una propuesta inicial de contar la historia de España desde la muerte del dictador ya es problemático bajo cualquier condición, pues supone introducir un cambio de perspectiva, meter en un primer plano, muy primer plano, un relato de algo que no ha terminado de pasar y que está ocurriendo, en un relato que empieza desde una distancia de 45 años y va avanzando, pero siempre desde un relato común, más o menos disputado. Es como proponer una maratón pero con series de cien metros intercaladas. Al final te agotas y no tienes velocidad.

Si además le añadimos el poco tiempo y las condiciones excepcionales era fácil que la cosa no cuajase. 'Renacimiento' se anuncia como una reflexión colectiva sobre la llegada de la democracia tras el fin de la dictadura. Para ello, como analogía, se vale del trabajo de unos técnicos teatrales que desmontan para montar un nuevo espectáculo. Los ítems históricos se anuncian mediante un texto escrito, de forma más o menos poética, y a continuación le sigue el correlato del montaje: pruebas de sonido, de luces, recogida de telón... Se apuesta por la cotidianeidad, unos diálogos entre los personajes acerca de cosas pequeñas como es el trabajo diario, las dificultades de las relaciones afectivas o diferentes anécdotas. 

Todo recuerda mucho a un lenguaje cinematográfico, sobre todo esas escenas con numerosos figurantes, que parecen rodadas como un plano secuencia con un gran angular. El problema es que la mayoría de estas escenas terminan por diluirse y por dispersarse, perdiendo todo posible potencial y limitándose a una serie de conversaciones y situaciones que además no terminan de encajar como metáfora del momento histórico que se suponen que representan, flotando una atmósfera de excesiva autorreferencialidad teatral con algunos hallazgos cómicos y de belleza escénica conseguida por un buen trabajo de iluminación. A esta diacronía entre lo histórico y el montaje teatral se suma la referencia al confinamiento que no termina de encajar quedando excesivamente enunciativo.

Logra remontar con la analogía del 15-M que corresponde, como no, a una asamblea de los técnicos sobre las nuevas condiciones de teatro. Los diálogos llenos de réplicas y contrarréplicas fluyen a buen ritmo, el dilema moral y político de los personajes está bien presentado y desarrollado.

La Tristura ha tenido que lidiar con la apertura teatral con todo lo que ello supone. 'Renacimiento' quizás sea la obra que menos se parezca a su trayectoria, con menos poética y en contraposición más coral. La urgencia y la actualidad han jugado muy en contra de la pieza, dando como resultado un montaje deslavazado y sin empastar, en el que algunos buenos momentos a nivel escénico quedan aislados y no responden a un arco narrativo, más bien se presentan como un cuadro independiente. Valgan como ejemplos ese inicio con Ricardo III que enseguida queda en el olvido o la última escena, unos bailes a ritmo de las palabras de Kate Tempest en los que toda la fuerza y belleza que tienen como potencial no bastan para alcanzar un clímax final debido a este desligamiento general.

'Renacimiento' queda así como un montaje que parte de una premisa inicial sugerente pero que en escena se diluye en un tono general de superficialidad y ensimismamiento (quizás debido al largo confinamiento) que lastran los contados momentos de fuerza escénica y poética.

 BENJAMÍN JIMÉNEZ DE LA HOZ

Publicar un comentario

0 Comentarios